Un paseo de buen gusto

Elena Anaya, vestida de Lanvin

Elena Anaya, vestida de Lanvin

La moda, protagonista indiscutible de la alfombra roja

Año tras año, antes de que la ceremonia de los Premios Goya comience y los ‘cabezones’ desvelen quienes serán realmente los protagonistas de la noche, la alfombra se despliega para hacer a la moda partícipe del gran acontecimiento cinematográfico del año. Y en esta edición, el paseo previo a los galardones estuvo marcado no solo por la elegancia, sino también por las buenas maneras de los invitados con el público y los medios de comunicación. Como ejemplo, un apunte: Melanie Griffith dejó a una periodista que mirase la etiqueta de su vestido, prenda que la actriz de Too much había comprado en una tienda de Los Angeles. ¿Alguien da más?

España está de moda. La alfombra demuestra que los gustos de las caras más visibles de nuestro cine se afinan con los años, y la pasarela de los Goya no tiene ya nada que envidiar a otros acontecimientos que tienen lugar al otro lado del charco. Blanco, negro, rojo, dorado y nude fueron los colores que más se vieron en la gran noche del cine español: sencillez, buen gusto y saber estar. Nuestras estrellas pisaron fuerte en una noche que presumía ser una fiesta para todos. Objetivo cumplido.

Vestidos de gala para ellas con joyas y complementos por doquier, esmoquin para ellos, con algunas notas de color reseñables, como el verde de Daniel Sánchez Arévalo, o el marrón de Eduardo Noriega, ambos de Dsquared2. Destacaron los chicos: Miguel Ángel Silvestre, de Giorgio Armani; Maxi Iglesias, de Armand Basi; Marc Clotet, de Loewe; Asier Etxeandía, de Morante; Quim Gutiérrez y Pedro Almodóvar, de Gucci, y Antonio Banderas, de Giorgio Armani, fueron solo algunos de los rostros masculinos que demostraron que el buen vestir no es patrimonio de ellas.

Firmas internacionales y una presencia abrumadora de diseñadores nacionales vistieron a las invitadas más elegantes de la noche: Leonor Watling, de rojo con un diseño de Miriam Ocariz; Leticia Dolera, de Cortana; Inma Cuesta, de Juanjo Oliva; Silvia Abascal, de Lorenzo Caprile; Macarena Gómez, de Teresa Helbig… Una nutrida representación que demuestra que la moda en España es tan versátil e interesante como nuestro cine, capaz de viajar fuera de nuestras fronteras y de demostrar que son posibles diferentes caminos a la hora de crear.

Las vencedoras de Lanvin

Elena Anaya y María León coincidieron a la hora de escoger a Alber Elbaz, cabeza creativa al mando de Lanvin, para confeccionar los vestidos que las harían despegar hacia el éxito. Mientras la palentina acompañó el diseño de inspiración griega con un collar con forma de águila, la hermana de Paco León se atrevió a ser peinada y maquillada por la bloguera Natalia Belda. Por su parte, Ana Wagener, vencedora en la categoría de actriz de reparto, optó por un traje pantalón de Lorenzo Caprile y joyas de Carrera y Carrera para recoger un Premio Goya en el que se cumplió la premisa de que ‘a la tercera va la vencida’.

El dorado fue otro de los protagonistas de la alfombra: Pilar López de Ayala lo lució combinándolo con negro y joyas de Carrera y Carrera; Verónica Echegui hizo lo propio con un vestido blanco con cinturón joya de Gucci; y Michelle Jenner con un diseño nude con pedrería de Zuhair Murad y cartera de Úrsula Mascaró. También escogió este color Goya Toledo, que confesó tener muy buena relación con el libanés Elie Saab, diseñador de su vestido; y Blanca Suárez, que se decantó por un modelo de corte sirena y tul con pedrería, de Blumarine.

Salma Hayek y Melanie Griffith, protagonistas internacionales de la ceremonia, eligieron diferentes tonalidades del color vino para vestir su estreno en los premios que reconocen la calidad del cine español. La mexicana optó por un modelo de Gucci, que acompañó con una joya al cuello que deslumbró a los asistentes, para pasar por la alfombra acompañada de su elegante marido François Henri Pinault, presidente del conglomerado de marcas de lujo PPR. Melanie Griffith protagonizó una de las anécdotas de la jornada al permitir a una periodista que hurgase en su cuello para descubrir en qué tienda de Los Angeles había comprado su modelo. El vestido en un rojo muy español y con rosas superpuestas en el bajo de la falda ponía de manifiesto el sentir de Melanie, que había acudido deseosa a la gala en la que Antonio Banderas podría haberse alzado con su primer Premio Goya.

¿Quién será ahora la maja de los Goya? ¿Manuela Velasco, con un diseño de gasa de Carolina Herrera, o Belén Rueda, con un modelo rojo de Pedro del Hierro Alta Costura y joyas de Carrera y Carrera?, ¿Tendrán posibilidades la vicepresidenta primera Marta Etura, con un vestido nude de Gucci, o la vicepresidenta segunda Judith Colell, con un vestido capa de Menchen Tomás?, ¿Cayetana Guillén Cuervo, de Oscar de la Renta; Marisa Paredes, de Carmen Halffter; o Silvia Abascal, de Lorenzo Caprile? Las posibilidades son muchas, pero algo sí quedo claro en el paseíllo por la alfombra roja de los invitados. Tal y como resaltó Kike Maíllo en su discurso de agradecimiento España no es lo que era, a este país ya no lo reconoce nadie, y estamos dispuestos a jugar con nuestras estrellas en otras ligas. Eso sí, la moda por delante. El saber estar, también.