De la tundra a Granada pasando por los Andes

Mejor Música Original

Santi Vega

Chavín de Huantar: El teatro del más allá [Santi Vega]

Curtido en las batallas del documental y en pequeñas producciones televisivas en sus 25 años de carrera, el vitoriano Santi Vega, “acostumbrado a vivir y trabajar en la sombra”, agradece la nominación porque “supone el reconocimiento de la profesión y, aunque el grueso de mi obra para cine no puede normalmente competir por estar en un formato más enfocado a la pequeña pantalla, de las tres veces que me he presentado a los premios, en dos he sido nominado”, confiesa recordando su candidatura por Eyengui, Dios del sueño en 2003. Autor con un discurso propio labrado sobre el eje de las músicas del mundo, nos traslada a la Cordillera Negra de los Andes peruanos para “crear un lenguaje musical ancestral que acompaña las dramatizaciones de la cultura Chavín de hace 3.000 años y mezclarlo con el sinfonismo de las grandes bandas sonoras clásicas. Creo que se ha dado el mimetismo ideal para que los dos lenguajes se fundan en uno, que es el traje sonoro de la película. Para ello he contado con Carlos de Hita con el foley y el diseño sonoro”, indica antes de matizar que su forma de trabajar es “artesanal”.

Shigeru Umebayashi

La novia [Shigeru Umebayashi]

La hipnótica adaptación de la lorquiana Bodas de sangre por la cineasta aragonesa Paula Ortiz cuenta con la presencia musical del afamado compositor japonés Shigeru Umebayashi, colaborador habitual de cineastas como Wong Kar Wai o Zhang Yimou. El autor del archiconocido ‘Yumeji’s theme’, al margen de comentar su sorpresa por la nominación, explica cómo llegó el proyecto a sus manos: “Supe de él por Junko Takahashi, amiga íntima de Paula que además nos sirvió de intérprete”. Acerca de las necesidades musicales del filme, se muestra tajante: “Pienso que es una película sobre la que no puedes plantearte acciones a priori, solo si las partes necesitan música o no la necesitan. Compuse viendo la película sin permitirme pensar en otra cosa”. Un proyecto que, sin duda, le queda muy cerca del corazón porque cree que su música “quedó coloreada de rojo por todos y cada uno de los intérpretes, instrumentistas y cantantes que participaron. Además me gustaría expresar mi sentida condolencia por Carlos Álvarez-Nóvoa”, finaliza refiriéndose al escritor, autor y actor fallecido tras finalizar el rodaje de La novia.

Alberto Iglesias

ma ma [Alberto Iglesias]

Hablar del Goya en el apartado musical es hacerlo de Alberto Iglesias. Ganador de diez premios de la Academia y nominado tres veces al Oscar, el donostiarra vuelve a colaborar con Julio Medem. Para Iglesias “lo más importante era conseguir una unidad con la narración, con los aspectos visuales. Elegí un camino de nitidez melódica, de sencillez, que acompañara la excelente interpretación de Penélope Cruz”, revela antes de continuar con el estilo y el color empleados. “Es una partitura para piano y contrabajo, con un pequeño acompañamiento de cuarteto. Algo de electrónica que da pulso coloreado o solo color. Para mí esta música tiene un parentesco con Mendelssohn y Grieg, o con Janacek y Mompou. Ese tipo de lirismo y fraseo. También ese tipo de cuelgue con la idea del tiempo, por la tendencia a lo circular y por los rubatos”. Termina regresando a la pareja instrumental que forma el centro de gravedad musical de ma ma: “me gustó mucho trabajar con Pablo Martín, gran contrabajista. El dúo de piano y contrabajo es un matrimonio perfecto en que dos se disuelven en uno, en un clima intimísimo”.

Lucas vidal

Nadie quiere la noche [Lucas Vidal]

El ‘estreno’ en los Goya de Lucas Vidal dentro de la categoría de música original le ‘pilló’ grabando con la Barbieri Symphony Orchestra para el concierto de Navidad del Teatro Real, dedicado este año a las bandas sonoras del gran John Williams. “Me alegré un montón. Siempre he respetado mucho a la Academia y que reconozcan tu trabajo hace mucha ilusión”, confiesa. Con más de veinte proyectos a sus espaldas, este joven compositor madrileño combina su carrera musical entre los escenarios patrios y el cine americano, para el que ha trabajado en películas como La fría luz del día o Fast & Furious 6. Para Nadie quiere la noche ha escrito una obra que mezcla a la perfección la atmósfera de los gélidos espacios geográficos de la tundra polar con cierto lirismo apegado a la necesidad de supervivencia de dos mujeres, de estrato social muy diferente, que deben unir fuerzas en condiciones muy adversas. “Grabamos en Macedonia con cuerdas y utilicé muchos elementos electrónicos, colaborando en una canción con Russian Red” apostilla, haciendo referencia a los colores musicales sobre los que bascula su partitura.