Nuestro lugar en el mundo

Javier Ambrossi y Javier Calvo, nominados a Mejor Dirección Novel por La llamada, rememoran cómo afrontaron su salto al cine

Cuando Enrique López Lavigne nos propuso llevar La llamada al cine, dudamos si debíamos dirigirla nosotros. Hablamos con otros directores, incluso, para que se encargaran del proyecto. Pero pronto nos dimos cuenta de que nosotros llevábamos la historia dentro. Conocíamos a los personajes mejor que nadie, nuestras actrices son nuestra familia y el tono (algo muy frágil) era el nuestro. Nuestro humor, nuestra emoción. Era nuestra película. Por eso, con el apoyo y confianza de Enrique, decidimos adaptarla y dirigirla.

Recordamos el primer día de rodaje de La llamada como si fuera ayer. Recordamos lo que sentimos al decir acción, la sensación dentro al ver a Anna, Macarena, Belén y Gracia en el combo. Al ver la fotografía, preciosa, de Migue Amoedo. Pero sobre todo recordamos cómo, de repente, sabíamos hacerlo. Cómo era fácil, cómo lo disfrutamos. Ese primer día sentimos lo que se siente cuando encuentras tu lugar. Y, curiosamente, de eso habla La llamada. De las segundas oportunidades, del despertar, del primer amor, de los caminos maravillosos e inesperados. De los planes B. Cuando estábamos perdidos, cuando no sabíamos qué hacer en la vida, decidimos crear La llamada. Ese fue nuestro maravilloso plan B. Como el de Milagros. Fue un despertar, como el de Susana. Fue un camino nuevo, casi espiritual, como el de María. Y nosotros, con la misma filosofía y al grito de lo hacemos y ya vemos, nos tiramos con los ojos cerrados a ese camino. Porque La llamada habla de la alegría de encontrar, aunque sea por un segundo, tu lugar en el mundo. El lugar que hemos encontrado dirigiendo nuestra primera película. Al fin y al cabo, somos María y Susana. Y nosotros también sentimos La llamada.

Es increíble ver cómo nuestra película ha llegado a tanta gente. Es precioso que algo hecho con tanto amor se reciba de la misma manera. Con amor. La llamada ha cambiado a muchas personas. Cada día nos llegan mensajes de gente diciendo que han ido al cine diez, quince, veinte veces. Que se han tatuado frases de la película o que les ha dado fuerzas para cambiar su vida. Que han encontrado su camino.

Las nominaciones a los Premios Goya son, para nosotros, la mayor alegría con la que podía terminar esta aventura que empezó en el hall del Teatro Lara hace cinco años. Sin dinero, escrita en un piso muy pequeño de Malasaña cuando Javier Ambrossi salía de trabajar poniendo copas con Belén Cuesta. Con un equipo lleno de ilusión que ahora es nuestra familia. ¿Quién iba a pensar que llegaríamos hasta aquí? ¡Pues la música, que hace milagros!