Un subtítulo extra

Foto: ©Alberto Ortega


Por
 Clara Bilbao,
ganadora del Goya a Mejor Diseño de Vestuario |

Tras veinticuatro años de carrera me siento privilegiada por este oficio que me ha colmado de alegrías. He tenido la fortuna de trabajar con productores, directores, técnicos y actores brillantes y llenos de talento. Con equipos de vestuario que trabajaron duramente a mi lado y pusieron en pie lo que había imaginado, que supieron sumar y mejorar mi trabajo. Todos ellos me han hecho crecer cada día y disfrutar. Película a película. Siento que todo el esfuerzo y los momentos más duros han merecido la pena.

Además he tenido la suerte de verme recompensada con tres premios Goya, el último este año por La sombra de la ley. Han sido regalos maravillosos para la gente que los hicieron posibles y para todos los que me quieren en la vida.

Pero tengo una espina clavada, amigos académicos, compañeros de profesión: a pesar de ser una privilegiada creo que aún no se reconoce explícitamente el valor de nuestro trabajo y tampoco se conoce profundamente lo que hacemos.

El vestuario es un subtítulo extra en las películas. Nos aporta una información esencial sobre los personajes cuando hablan y también cuando callan. El vestuario siempre está ahí, hablando alto y claro desde la mirada única e intransferible del diseñador. Nuestro trabajo tiene una autoría clara y consistente que a veces pasa desapercibida y que en la práctica no se nos atribuye.

Además nuestro oficio es uno de los más completos de la industria porque aúna las dos facetas esenciales en cualquier película. No sólo la artística y narrativa, sino también el complejo trabajo técnico que hace real y tangible lo que en origen fue solo concepto e idea, y que debe encajar a la perfección en el engranaje total de una producción. No entender y valorar profundamente lo que hacemos se traduce a veces en condiciones laborales descompensadas y agotadoras.

Como veterana, aspiro a que las nuevas generaciones no sean más las cenicientas del cine. Aspiro a una industria moderna que ponga en valor una profesión infravalorada históricamente. Probablemente porque la mayoría de las personas que trabajan en este departamento (salvo gloriosas excepciones) fueron y son mujeres. Probablemente porque la ropa, nuestra herramienta, es un elemento cotidiano, incluso frívolo y superficial a veces. Probablemente porque todos hemos ido de tiendas alguna vez…

Pero, como os decía, ir de tiendas no es nuestro trabajo.