Y el Goya de Honor es para…

Foto de Enrique Alarcón

Goya de Honor 1991 · 5 Edición

Enrique Alarcón

Director artístico

Campo de Criptana (Ciudad Real), 1917 – Madrid, 1995

Más de cinco décadas de trabajo y servicio al cine español y 260 películas le hicieron merecedor del Goya de Honor en 1991. Enrique Alarcón Sánchez-Manjavacas es, hasta ahora, el único director artístico que ha sido merecedor de la máxima distinción de la Academia, por toda una trayectoria creando decorados para los principales cineastas de la época, tanto de nuestro país como extranjeros.

Algunos de los títulos más representativos de la historia de nuestra cinematografía llevan la firma de Enrique Alarcón, como Muerte de un ciclista, Los jueves, milagro, El baile, Maribel y la extraña familia o Tristana. Este arquitecto manchego debutó en el mundo del cine como decorador jefe de los estudios CEA en la película de Rafael Gil Huella de luz, en 1942, trabajo por el que obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía. Alarcón lograría esta distinción 14 veces más por sus decorados en otras producciones.

 

©El baile

©El baile

 

En los años 50, su nombre se unió a los de grandes directores como Juan Antonio Bardem, Luis García Berlanga o Edgar Neville, con la creación de decorados para las ya citadas Muerte de un ciclista, Los jueves, milagro o El Baile y para Calle Mayor y La venganza. Fue en la década de los sesenta cuando colaboró en las producciones americanas de Samuel Bronston, recreando catedrales y palacios o calles y pueblos medievales para El Cid de Antohony Mann y Rey de Reyes de Nicholas Ray.

En estos años, creó asimismo los decorados de El cochecito, de Marco Ferreri; Llanto por un bandido, de Carlos Saura; Cervantes, de Vincent Sherman, o Maribel y la extraña familia, de José María Forqué. Sus últimos trabajos le unieron a Luis Buñuel con Tristana y Ese oscuro objeto del deseo, y se reencontró de nuevo con Luis García Berlanga en La Vaquilla, en 1985.

Todos los que trabajaron con él alabaron siempre su extraordinaria capacidad para proyectar grandes volúmenes arquitectónicos y experimentar nuevas técnicas. Enrique Alarcón fue un gran profesional y docente que cuidaba con meticulosidad y rigor cada parte de los decorados, confiando cada tarea a su, como él decía, “fabuloso equipo de artesanos”. Cuando recogió su Goya de Honor en 1991, él mismo aseguró que “he trabajado en Cinecittá, en Italia, país de artistas, y en muchos países del mundo, y en ninguno me han hecho las calidades de construcción que me han hecho aquí mis equipos”.

 

Enrique Alarcón