El Goya a Mejor Guion Adaptado, en palabras de Jesús Carrasco y Benito Zambrano

Foto: ©Papo Waisman

El escritor de la novela en la que se basa Intemperie, Jesús Carrasco, y el director de la cinta, Benito Zambrano, celebran con sendos textos el Goya a Mejor Guión Adaptado, que logró el realizador andaluz junto a los guionistas Daniel Remón y Pablo Remón en los Premios Goya 2020.

 

Un libro con espectadores

| Por Jesús Carrasco

Cuando en 2012 terminé la redacción de Intemperie, mi primera novela, soñaba con la idea de que algún día el libro se publicase y de que llegase a tener algún lector que no fuera de mi familia. Era un sueño ambicioso –me lo sigue pareciendo– que ese texto pasase por todas las fases editoriales y se encontrase, finalmente, con lectores nuevos. Lo que, desde luego, excedía mi capacidad soñadora era la posibilidad de que, además de lectores, el libro llegara a tener espectadores de cine.

Todo empezó cuando Morena Films intuyó que la historia que se contaba en la novela podría adaptarse al lenguaje del cine. Muchos lectores han compartido conmigo esa misma idea desde que el libro se publicó. Es muy visual, me decían. Algo en lo que coincido, porque mi forma de narrar le debe mucho al cine que he visto en mi vida, sobre todo al que vi siendo niño y adolescente. Pero de la intuición de Morena Films y de la opinión de esos lectores a la película hay un largo y tortuoso trecho. Los encargados de recorrerlo, en términos narrativos, han sido Daniel y Pablo Remón y Benito Zambrano, y lo han hecho tan bien que han sido merecedores del Goya a Mejor Guion Adaptado. Cuando escuché sus nombres me sentí eufórico, y también profundamente agradecido a su trabajo. Han sido ellos los que han conseguido hacer que un libro lleno de elipsis y casi sin diálogos se convierta en una película vibrante y conmovedora. Han sido ellos los que han sabido integrar el paisaje en la acción y conservar los silencios que el libro contiene.

En lo que a mí respecta, desde el principio tuve claro que debía situarme a un lado. Que mi trabajo ya estaba hecho y que, de cara a la adaptación cinematográfica, tenían que ser otros, guionistas profesionales, los que contaran esta historia. Sentía curiosidad, además, por vivir algo nuevo para mí: que un texto propio fuera transformado por las manos de otros creadores. El resultado final, como ya he dicho, no solo me gustó a mí, también a muchos miembros de la Academia de Cine.

Pero sería injusto hablar de esta película y no citar a la gran cantidad de profesionales de muchos gremios que, me consta, se dejaron la piel para que la película brillara. Conocer a muchos de ellos en el rodaje es algo que recordaré siempre. Por la constatación fascinada de un esfuerzo colectivo y también por el privilegio que suponía para mí estar allí presente, viendo en primera línea cómo nacía una película. Aquel rodaje me pareció una coreografía hermosa y radical bajo el sol aplastante del verano granadino.

Hacemos un cine extraordinario en España. Y lo hacemos juntos. Brindo por que eso siga siendo así, a pesar de las dificultades. A todos los que hacéis cine, mis más sinceras gracias.

 

Escribir es soñar una película

| Por Benito Zambrano

Todos los espectadores que han visto Intemperie y, previamente, habían leído el libro, nos han hecho el mismo comentario: «era una novela muy complicada de llevar al cine». Y tenían toda la razón. Cuando leí el texto, después de leer el guion, pensé lo mismo.

El primer gran riesgo lo asumen los productores Pedro Uriol y Juan Gordon (Morena Films). Ellos son los que vieron que en esa novela había una película. Después le dieron el encargo a Pablo y Daniel Remón, y ellos son los que asumen la misión de hacer la adaptación. A mí me llega el guion a mediados de marzo de 2018 y el rodaje empezaba a mediados de julio. Solo tenía cuatro meses para sumergirme en el proyecto.

La idea de Solas (mi primera cinta) se me ocurrió en junio de 1992, y la rodamos en 1998. El proyecto de Habana Blues nació en otoño de 1994 y lo rodamos en 2004. Con La voz dormida estuve más de un año con el guion y tardamos varios más en rodarla. Es decir, en todas mis películas anteriores, había tenido tiempo para madurarlas bien. Con Intemperie todo fue de locura. Hacerme con el guion y la historia fue la tarea inicial. Era la primera vez que me enfrentaba a un proyecto en el que no había participado en la escritura del guion. La experiencia de haber rodado tres películas y una miniserie, obviamente, me sirvieron para afrontar un proyecto en estas condiciones. Lo primero que tenía que hacer, que necesitaba hacer, era sumergirme lo máximo en la historia. Hacer mía, en tres meses, la historia de Intemperie. Se la tenía que robar primero a Jesús Carrasco, el novelista, y a continuación a los hermanos Remón, los guionistas. En este sentido, siempre conté con el apoyo de los productores, la complicidad del escritor y la ayuda de Daniel Remón. Todos entendían mi necesidad.

Con la experiencia había aprendido que, para mí, escribir es soñar una película. Es pensarla desde muchos lugares y puntos de vista. Es ahondar en lo profundo de cada diálogo, de cada palabra escrita. Es visualizar cada plano; sentir cada intención en la interpretación de los actores. Daniel Remón (Pablo no podía), me ayudó en este primer proceso de apropiarme del guion. Entiendo lo complicado (y desagradable) que es que un director, que no ha estado en el proceso de escritura, te pida cambios. En este sentido, Daniel, fue generoso y un gran profesional. Hicimos modificaciones que sentía necesarias para hacer mío el guion. Para poder soñar la película a mi manera. Después vino el rodaje, y ahí me di cuenta de que cuatro meses son pocos para hacerte con un proyecto de estas características. Nunca hasta ese momento había sentido lo importante que era tener un equipo de buenos profesionales. Ellos me ayudaron a solucionar todas las dudas que tenía. A que la película soñada (medio soñada) se hiciera realidad.

Siempre agradecido a Jesús Carrasco por escribir su maravillosa novela, a Pablo y Daniel Remón por su adaptación y generosidad, a los actores, al equipo y especialmente a Fernando Trullols, y por supuesto a Juan Gordon y Pedro Uriol por ofrecerme Intemperie, mi cuarta película.