Transportarnos en el tiempo | Sobre el Goya a Mejor Dirección de Fotografía

Foto: ©Papo Waisman

La ganadora del Goya a Mejor Dirección de Fotografía por Las niñas, Daniela Cajías, desgrana cómo fue este galardonado trabajo, que la ha convertido en la primera mujer en lograr el premio en esta categoría

 

|Por Daniela Cajías

Vengo de una familia de cineastas de un país pequeño a nivel cinematográfico, como es Bolivia. Mi padre estaba siempre con una cámara colgada y mi madre con los audífonos. Teníamos un laboratorio en casa donde revelábamos y copiábamos las fotos hechas por mi padre, y ahí pasábamos horas y horas los fines de semana. Somos tres hermanos, a cada uno le tocaba una bandeja.

Ellos me transmitieron el amor por el cine. Primero estudié foto fija en Buenos Aires, posteriormente en La Paz empecé mis estudios en una pequeña escuela recién abierta, la ECA, donde el deseo de dedicarme al cine se afianzó y rápidamente supe que la fotografía era lo mío, lo que se me daba de manera más natural. Especializarme en fotografía me llevó a buscar opciones de formación a las que no podía acceder en mi país, lo que me llevó a poder estudiar en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, de Cuba. Ahí aprendí a resolver todo tipo de situaciones de luz con pocos medios, con lo que tuviéramos, de manera muy sencilla pero muy meditada.

Las niñas es mi primera película en España y para mí era muy importante mantener mi esencia. Pilar Palomero, la directora, compartía el gusto por la luz natural y me pidió una luz realista y que la imagen nos transportara en el tiempo.

Uno de los grandes retos era trabajar con niñas, que en su mayoría no eran actrices. Creo que lo más importante es transmitir y pienso que la emoción de una historia pasa fundamentalmente por los personajes y la empatía que podamos llegar a sentir. Así que decidimos cuidar mucho que la niñas estuvieran cómodas y libres en el espacio, sin cables, trípodes o luces que las pudieran incomodar, así que toda la iluminación y el trabajo de cámara está al servicio de ellas y nos centrábamos en crear atmósferas que pudieran ayudarlas a transportarse y entrar en el tono narrativo de la escena de manera natural.

Queríamos grabar de una manera más cercana al documental que a la ficción; así que otro aspecto importante era la relación de las actrices con la cámara. Había muchas escenas improvisadas y para mantener esa libertad de movimiento, y al mismo tiempo cercanía y naturalidad, toda la película fue hecha cámara en mano.

Pensamos en el formato 1.37:1 porque podíamos centrarnos en Celia y estar muy cerca de ella, además al trabajar con improvisación y cámara en mano, esta relación de aspecto nos permitía seccionar la escena y dar opciones de corte para el montaje. El formato cuadrado también nos ayudó en el viaje a la época, además de darnos mucho juego con la composición.

Haber ganado el Goya con una película independiente y sencilla ha sido la más grande alegría. Ser la primera mujer en ganarlo ha sido un honor y una sorpresa, aunque no solo positiva, puesto que saca a la luz la falta de diversidad en nuestra cinematografía, especialmente en algunos departamentos técnicos.