Descubriendo a los nominados a Mejor Maquillaje y Peluquería

©La novia

©La novia

La novia | por Piluca Guillem y Esther Guillem

Mezcla de época y fantasía

Para el proceso de diseño de maquillaje y peluquería en La novia nos documentamos en la época en la que transcurre, la visión de la directora, el diseño del vestuario, las localizaciones… Al tratarse de una película de época y fantasía quisimos mezclar ambos conceptos tratando de que los personajes fueran lo más atemporales posibles. A nivel de maquillaje fue muy creativo el poder trabajar la ambientación y deterioro de los personajes, teniendo muy en cuenta la geografía en la que se desarrolla la historia e intentando reflejar el calor, la aridez de la tierra, el viento, la sequedad, la austeridad y dureza del entorno.

Para nosotras lo especial de La novia es que no sea una película convencional, es un intento de transmitir la poesía de Lorca a través de un medio audiovisual sin perder la magia del poeta. Pensamos que han premiado la valentía de la propia película en su búsqueda por transmitir la poesía de Lorca de la forma más bella y estética posible. Sentimos una gran alegría por la nominación, engrandecida por todas las felicitaciones y buenos deseos que nos ha traído.

©ma ma

©ma ma

ma ma | por Ana Lozano, Massimo Gattabrusi y Fito Dellibarda

Acentuar la belleza de un drama

Nuestro objetivo ha sido poder transmitir una realidad tan dramática de una enfermedad como el cáncer en una visión cinematográfica que incluye también la belleza, porque es necesaria para el cine y los sueños. El reto fue que nuestro trabajo se adaptara a la mayoría de fases emocionales de Magda (Penélope Cruz) para hacerla creíble, mostrando el proceso de degradación del personaje de una manera sutil y paralela a la realidad. Si el personaje decide luchar y cree que va a sobrevivir, esa lucha interior debe reflejarse exteriormente en el maquillaje.

Se puede estar calva y bella al mismo tiempo si te lo propones. Es lo que nos inspiraron la mayoría de mujeres que han sobrevivido a esta enfermedad y entrevistamos para documentarnos. Nueve pelucas, dos calotas de silicona, una con pelo implantado para poder hacer la secuencia de afeitado (con más de seis semanas de taller entre escultura, moldes y copias), más de diez pasos decisivos y sensibles de maquillaje, decolorando cejas y disimulando pestañas, acorde con la pérdida de pelo para poder oscurecerlas cuando se intercalaban las secuencias con pelo.

El hecho de aplicar una calva a un personaje que tiene el pelo largo y abundante conlleva al menos unas tres horas para difuminar bien los bordes y que no quede algo grotesco en cuanto a forma y volumen de la cabeza; si a esto le añadimos que en el mismo día hay que rodar secuencias sin calva, para que al ayudante de dirección no le dé un infarto, es necesario planificar e improvisar. Para evitar el volumen del pelo debajo de la calota y poder tener una nuca ajustada y una forma de cabeza más real y natural, decidimos recoger el pelo en un moño alto y forrarlo de verde para poder borrarlo digitalmente después.

La preparación fue muy importante para poder agrupar las secuencias donde tenía poco pelo con secuencias de calota, para poder aplicar la peluca encima de la calva y que así nos diera más transparencias.A veces es más difícil crear un look sutil y progresivo que al espectador no le despisten los cambios y le ayuden a creer lo que estamos contando, que hacer un trabajo evidente que sobresalga de la historia. Esta película ha sido un regalo por el equipo con el que hemos trabajado: dirección, fotografía, vestuario, decoración, producción, eléctricos… No eres nada sin un buen equipo, y cuando lo tienes disfrutas. Compartimos esta nominación con todo el equipo de ma ma. Sin ellos nuestro trabajo no sería el mismo.

©Nadie quiere la noche

©Nadie quiere la noche

Nadie quiere la noche | por Sylvie Imbert, Paco Rodríguez H. y Pablo Perona

Caracterización extrema

En la primera entrevista que mantuve con Isabel Coixet me pidió que le prometiera que el embarazo de Allaka fuera creíble. Tres meses después, cuando entró en el camerino de Rinko Kikuchi y lo vio, gritó: “¡Gracias chicos, esto es espectacular!”. Durante esos tres meses dimos el doscientos por cien para fabricar las prótesis de las tripas de embarazada, de seis y nueve meses, y unas prótesis para Ben Temple, cuyo personaje Frand había perdido los dedos de las manos debido a la congelación.

Las prótesis de embarazada de Allaka fueron un gran reto a nivel técnico y artístico. Suponía hacer piezas de silicona translúcida realistas y muy grandes, que le cubrían el torso desde el cuello hasta el pubis y estaban pensadas para poder ver al personaje completamente desnudo, si hubiera sido necesario. Este tipo de maquillaje tan complejo no se había realizado antes en el cine español. Integrar la prótesis con la piel de la actriz de manera natural y realista requería cuatro horas de maquillaje. Una de las prótesis, además, contaba con un mecanismo para dar de mamar a un bebé a través del pezón. Fue un momento muy emocionante. Nadie quiere la noche ha sido una gran aventura, un regalo y un reto para mi socia Lucía Solana y para mí. Estamos muy agradecidos a Isabel Coixet, Antonia Nava y Andrés Santana por habernos hecho parte de ella.

Por Pablo Perona

Dejar guapa a Juliette Binoche al inicio de Nadie quiere la noche era pecata minuta, pero entrar en las distintas fases del deterioro de su personaje, todo un reto. Es la primera vez que me enfrentaba, con Montse Sanfeliu y Paco Rodríguez, a una película de caracterización extrema. Opté por curtir su piel desde los exteriores y marcarle zonas rosáceas de frío debido a las gélidas condiciones meteorológicas, para luego controlar su evolución en plató.

Además tenía que helar su nariz, sus pestañas, cortar sus labios y después ver cómo le salían heridas en la piel y cómo se le caían los dientes, cómo le sangraban las encías y la nariz, cómo le salían alergias y marcas en las piernas… pero a la vez tenía que ser sutil. Y, avanzada la falta de víveres, ahuecar sus ojeras, tornarlas enfermizas, dejar sus ojos vidriosos, ahondar sus mejillas, sin notar las pinceladas a excepción de mini venas que le dibujaba con precisión.

Rinko Kikuchi también empezaba la película con el rostro más redondo que luego había que adelgazar, llevaba tatuajes en la barbilla, manos, antebrazos y piernas, que se veían cuando la descubrimos embarazada. Gabriel Byrne era un personaje melenudo y peludo que acabaría cayendo en aguas heladas y al que marqué hipotermia antes de congelar su barba. Ben Temple llevaba costras en la cara y el cerco de los ojos hundido, irritaciones, el labio con herpes antes de ponerle unas lentillas veladas… Todo esto además de sabañones, uñas arrancadas y más detalles que no cabe enumerar. En Nadie quiere la noche todo ha sido difícil, pero ¡muy gratificante!

Por Sylvie Imbert

©Palmeras en la nieve

©Palmeras en la nieve

Palmeras en la nieve | por Karmele Soler, Alicia López, Manolo García y Pedro de Diego

Pinturas africanas

Es una gran alegría que la Academia haya nominado el maquillaje y peluquería de nuestra película. Es un reconocimiento a un trabajo largo y tan laborioso como apasionante. Y nos hace muy felices. Una de las cosas que más me gustó de este proyecto fue la gran conexión que tuvimos entre los departamentos de maquillaje, vestuario, fotografía y dirección de arte. Todos hicimos la misma película y eso se nota en la pantalla. Siempre bajo la batuta del gran talento de Fernando González Molina, nuestro director.

En mi obsesión por la verosimilitud le dedicamos mucho tiempo a la documentación de la época, de la cultura guineana y de la etnia Bubi, de la que apenas hay información, para inspirarnos y amoldarlo a nuestros actores y a la figuración. El gran desafío de Palmeras en la nieve fue explicar con nuestro trabajo el proceso de madurez de sus personajes. Sobre todo en el personaje de Kilian (Mario Casas), que es el que nos va a llevar de su mano viéndole cambiar, crecer, madurar, pero a la vez dando sentido a toda la película. Para el personaje de Jacobo optamos por un aplique, ya que Alain Hernández estaba rapado. También usamos bigote postizo, muy de la época. A Mario lo sometimos a dos barbas postizas colocadas pelo a pelo y unas extensiones en parte de la película para marcar los pasos de tiempo y darle un aspecto más maduro. Los maquillajes étnicos bubis los hicimos a partir de los productos auténticos de la época como el Ntolá.

Los más de 2.000 figurantes que tuvimos en Palmeras supusieron tener a un equipo dedicado a ellos durante todo el rodaje. Pudimos probar casi al 90%. Y en ocasiones, como el casino, el Anita Guau y el puerto, contamos con muchos refuerzos de Canarias, y creo que logramos un resultado muy atractivo. Para los figurantes de color tuvimos que usar muchas pelucas, sobre todo para los hombres, ya que es muy difícil encontrar hombres que no estuviesen rapados y mujeres sin extensiones. También para Sade, la cantante del club que le daba un aire de pin-up muy atractivo.

Los efectos especiales de maquillaje a cargo de Pedro de Diego fueron una parte muy importante en esta película: escarificaciones, heridas, cicatrices o latigazos, además de las serpientes con movimiento y bombeo de sangre imposibles de diferenciar de las reales.
Y Colombia… Eso fue una aventura inolvidable.