Una nana seca y tierna | Sobre la Mejor Canción Original

Foto: ©Enrique Cidoncha

El tema “Intemperie” de Javier Ruibal se alzó con el Goya a Mejor Canción Original en los Premios Goya 2020. Una nana que el cantautor andaluz creó para la película Intemperie, de Benito Zambrano. 

 

|Por David Rodríguez Cerdán

España. Años cuarenta. Un niño y un cabrero sin nombre atraviesan el desierto andaluz con una partida de caza pisándoles los talones. Benito Zambrano, director de Intemperie, tenía muy claro cuál sería el sonido de este viaje hacia ninguna parte de los dos protagonistas, porque al leer la novela homónima de Jesús Carrasco se le quedó la lengua seca. Por eso les pidió a sus dos compositores, Mikel Salas y Javier Ruibal, que le rascaran a las imágenes un sonido terruñero con olor a tierra quemada. Salas tradujo la instrucción de Zambrano a una música incidental percutida por el grupo Coetus, mientras que el laureado cantautor Javier Ruibal, flamante ganador del Goya a la Mejor Canción Original por su tema Intemperie, entendió enseguida que para fabricar ese sonido de esparto debía esencializar la instrumentación e ir muy a flor de piel con su canción.

«Benito y yo intercambiamos ideas durante una comida y surgió esta oportunidad. Nos conocemos desde hace años y me apetecía muchísimo componer para él. Me pasó el guion y un premontaje y en pocos días le entregué el tema. Se ve que le gustó mucho, porque no quiso que añadiera ni quitara nada», cuenta este veterano cantautor y arreglista gaditano que ha celebrado recientemente sus 35 años a la guitarra, tras ser honrado en 2017 con el Premio Nacional de Músicas Actuales. Y veterano también en esto de los Goya, pues en 2005 fue nominado por su tema Atunes en el paraíso para la tragicomedia Atún y chocolate, de Pablo Carbonell. Una feliz incursión en el séptimo arte que más adelante le llevaría a jalonar su cancionero cinematográfico con los temas de las películas Arena en los bolsillos (César Martínez Herrada, 2006) y Lejos del mar (Imanol Uribe, 2015).

Inspirándose en la poética de Lorca y Machado, pero sobre todo interiorizando el alma de la película, Ruibal juntó en la letra de Intemperie una iconografía de fuego, dolor y metal que resume y expresa crudamente tanto el subtexto de la película como su plástica de secarral a lo largo del rodillo final de los títulos de crédito. «Tomé muchas notas del texto, frases de los diálogos, expresiones de los protagonistas y demás, pero finalmente no usé ninguna de ellas. Concebí la canción pensando en Lorca y la voz de Morente reclamando justicia y amparo para ese niño que huye de su abusador», dice. Y casi desde el principio supo que debía interpretarla Sílvia Pérez Cruz al ritmo de un solitario pandero haciendo la base. «El resultado es una nana muy tierna», tal como la describe Ruibal. Una nana, en efecto, con un aire entre árabe y flamenco que Pérez Cruz desgarra queda, mortecinamente, con el mismo quejío de una madre a quien hubieran abierto el vientre.

Aunque Ruibal no cuenta nada del proyecto que está preparando para la gran pantalla, admite que aún no ha salido de la nube del Goya y que no se le va de la boca el buen sabor que le ha dejado su colaboración con Zambrano. «Me hace tanta ilusión mi nuevo proyecto como haber participado en Intemperie. Una película imprescindible y de factura magnífica, como ya es costumbre en la carrera de Benito Zambrano. Grande donde los haya», se felicita.