Doblemente sufrido y doblemente satisfactorio | Sobre el Goya a Mejor Dirección de Producción

Foto: ©Papo Waisman

Los ganadores del Goya a Mejor Dirección de Producción por Adú, Ana Parra y Luis Fernández Lago, explican los desafíos que supuso película de Salvador Calvo

 

| Por Ana Parra y Luis Fernández Lago

Nos gusta el cine. Nos gusta contar historias.

Mucha gente, incluso de nuestra propia profesión, piensa que desde nuestra posición no hay aporte creativo en las películas. Que solo estamos para dar servicio a los demás.

Nosotros tratamos de verlo de otro modo. Intentamos aportar desde todas las facetas que construyen una película. Intentamos que nuestro equipo sea lo más completo posible, con gente con experiencia en localizaciones, en cásting, en arte y, por supuesto, en capacidad de organización, en números y en resolución de problemas desde cualquier frente.

Nos gusta sentir que somos un apoyo para todos los departamentos. Y ellos un apoyo para nosotros cuando es necesario.

Películas como Adú son el mejor ejemplo de un equipo entregado a superar las dificultades. Rodar en un país sin experiencia audiovisual como Benín, donde nunca antes se había rodado una película, al menos como nosotros las conocemos, era un reto complicado. En muchas ocasiones nos llevó a reinventar la manera de rodar.

Por poner un ejemplo, conseguir la apariencia que tiene la figuración en esta película, que parezca tan real que muchos piensen que les hemos traído vestidos de casa, lleva un tremendo esfuerzo de búsqueda, de pruebas, de muchas horas de un generosísimo y talentoso equipo de vestuario.

Esto es exactamente igual de aplicable al equipo de arte, que tuvo que agudizar más que nunca su ingenio, o al director de fotografía, que en muchos momentos trabajó con enormes dificultades.

Pero el rodaje de Adú en España tampoco se hizo sencillo. Recrear el recorrido de nuestros protagonistas por países africanos o la valla y frontera de Melilla son tareas complicadas que requieren mucha búsqueda, mucho diseño de producción, de la mano siempre del director y el equipo de arte. Y a la vez, conseguirlo hacer con calidad resulta tremendamente satisfactorio.

Disfrutamos cada día al finalizar la jornada, viendo los resultados conseguidos, tanto como sufrimos cada día luchando por tener todo listo para el siguiente. Esto es algo común a todos los equipos de producción, pero en películas como Adú es doblemente sufrido y doblemente satisfactorio.

El equipo de producción de Adú se siente muy honrado con este reconocimiento de nuestros compañeros al esfuerzo, al trabajo y, esperamos que también, a algo de talento.