Triunfo colectivo | Sobre el Goya a Mejor Música Original
Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi, ganadoras del Goya a Mejor Música Original por Akelarre, reivindican a través de la palabra y de una ilustración el triunfo que supone este premio en un sector tradicionalmente masculinizado
| Por Aránzazu Calleja
Tengo muy presente estos días la primera conversación que tuve con Maite, cuando me llamó para proponerme colaborar con ella en la banda sonora de Akelarre. Me dijo: “no nos conocemos personalmente, pero quiero trabajar contigo”. No lo dudé. La había escuchado en directo y era una fan declarada. Así que, sin saber lo que estaba por venir –a todos los niveles–, le dije que sí.
Maite había compuesto las canciones que cantan las brujas. Una vez terminado el rodaje y avanzado el montaje, me tendió una mano. La agarré (fuerte), y juntas compusimos la música incidental. Lo que a priori resultó un desafío difícil de abordar se convirtió en un viaje maravilloso lleno de retos, dificultades, entusiasmo y mucha, mucha pasión por el cine. Aún seguimos cogidas de la mano, elkarri eskua emanda, para darnos el permiso de disfrutar del reconocimiento que supone este premio.
Akelarre me ha traído muchas cosas a nivel profesional, pero, sobre todo, lo ha hecho a nivel humano. Me ha permitido no solo colaborar con una de las creadoras más interesantes del panorama musical estatal, sino además conocer de cerca la labor de compañeras de campos que las compositoras, normalmente, no compartimos (Sara Mazkiaran, ayudante de dirección; Nerea Torrijos, diseñadora de vestuario; Myriam Pérez Cazabon, coreógrafa; Lara Izagirre…). Así, hacer cine se convierte en algo aún más enriquecedor.
Es un orgullo saber que este Goya, además de premiar nuestro trabajo, ayuda a visibilizar la dificultad que supone ser mujer en un sector tradicionalmente tan masculinizado como el de las bandas sonoras. Para nosotras la dificultad es doble, ya que trabajamos desde un lugar poco académico. La mirada condescendiente de lo normativo siempre ha estado ahí, incomodándonos y retándonos. La marginalidad puede hacernos libres, si conseguimos integrarla y aceptarla como aliada. Tenemos que luchar por ello. Por eso este Goya es un pequeño gran triunfo colectivo.
| Ilustración de Maite Arroitajauregi