Griet debe abandonar a sus 17 años la arruinada casa familiar en la ciudad holandesa de Delft para servir como criada en el hogar del pintor Jan Vermeer. Tímida y sensible, inicia una silenciosa relación emocional con el maestro del siglo XVII. Aislados en su estudio, ella inspira al pintor y se convierte en la musa del cuadro «Chica con pendiente», sacrificando su amor por el arte.