Solo mía

En un piso cualquiera de una gran ciudad suenan dos disparos. Poco después la víctima, sobre una camilla, es trasladada por los pasillos de un hospital. Tiene fuertes magulladuras y el pecho manchado de sangre. Sus ojos inertes miran al techo. Así acaba una historia de amor: la de Joaquín y Ángela. El, creativo publicitario; ella secretaria. Ambos se conocieron en el lugar de trabajo y poco después se casaron. Tenían planes de fundar una familia y no tardaron en tener su primer niño. Joaquín era cariñoso y servicial. Ángela, amante de su casa y esposa ideal. Entonces, ¿qué pudo ocurrir? ¿Por qué Joaquín cambió tan de repente? ¿O no? Tal vez fue siempre sí. En Joaquín como en muchos otros, prevalecía el instinto de autoridad sobre la mujer. Y sin motivo aparente, ahí donde acaban los argumentos se inicia la violencia doméstica; física y psíquica.