Todo lo que no sé

Laura tiene 35 años y ansiedad. Trabaja en el departamento de tecnología de una gran superficie. Con lo que gana en este trabajo se puede permitir la habitación en el piso de Susana, su mejor amiga y llegar justo a fin de mes, le gustaría trabajar más horas, pero no puede porque se encarga de acompañar y asistir a su padre Martín, enfermo de cáncer, en su tratamiento y rehabilitación. Su hermana Irati madre de dos, casada y con un trabajo a jornada completa, no dispone de tanto tiempo y Marisa, la madre de ambas se ha convertido en una ausencia desde que Martín fue diagnosticado.

Laura tiene una relación esporádica con Javier, llevan más de medio año quedando, pero bajo los límites impuestos por Laura, que hacen que la relación no trascienda más allá de lo físico. El resto del tiempo que le queda, Laura lo invierte en su proyecto personal, programadora, dedica horas que resta de sueño y ocio para descifrar el proyecto que tiene en desarrollo.

Hace cuatro años su vida era muy distinta, trabajaba en una multinacional puntera de nuevas tecnologías, en un cargo de responsabilidad, hasta que una crisis nerviosa se lo llevó todo por delante. El encuentro fortuito con un antiguo compañero, abre las puertas a Laura para darse una segunda oportunidad. Pronto aprende que es mejor no contar a su familia lo que está intentando, solo su amiga Susana conoce la realidad. Laura se ve inmersa en una doble vida, mientras para su familia todo sigue igual, en realidad está intentando volver a ser la mujer de éxito que un día fue.