La mejor manera de entender el mundo

©Marino Scandurra

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Antonio Banderas recibió el Goya de Honor de manos de Pedro Almodóvar

Recordó sus orígenes, a sus padres, su hija, su Málaga natal, a los gigantes del cine y la farándula con los que ha compartido pantalla a uno y otro lado del Atlántico, y a los miembros desconocidos de la gran familia del cine; citó a su paisano “más ilustre”, Pablo Picasso, a Falla, Cervantes, Lorca, Buñuel, Saura y a su “queridísimo y admiradísimo” Almodóvar; hizo un llamamiento al compromiso, a la búsqueda de sueños y a la cultura; y bromeó con su edad –54 años– al mencionar lo feliz que le había hecho que Taylor Swift le reconociera en una fiesta. “A mi abuela le encantas”, le dijo la cantante.

Por Chusa López Monjas

Fue un discurso potente y apasionante que puso en pie a los invitados a la gala de los Goya 2015, que homenajearon a Antonio Banderas con una larga y sentida ovación. Sin quejas y con la humildad de un hombre que siempre tiene muy presente sus inicios y su gente, las palabras de agradecimiento del Goya de Honor calaron en el patio de butacas y en los más de 5 millones de espectadores que en ese momento estaban viendo la gala. El actor, director y productor protagonizó, televisivamente hablando, el minuto de oro de la noche con sus alusiones al arte, la cultura y la intelectualidad, “con los nombres de nuestro país que mejor representan estos tres pilares”, destacó este malagueño universal, que en su gratitud no olvidó a ese Hollywood “por lo bien que me ha tratado. Pero cada vez que terminaba una escena, una película, mi mente estaba puesta en España, no en Arizona, en Cleveland ni en Ohio».

Estuvo rodeado de su íntimo círculo de amigos, de su hermano Javier, a quien en más de una ocasión se le saltaron las lágrimas, de Penélope Cruz, Elena Anaya… Y segundos después de ver parte de su vida de plató en imágenes y de escuchar de Pedro Almodóvar que “los ochenta fueron suyos», mientras que en los noventa logró triunfar fuera de nuestras fronteras, “y era dificilísimo en esa época”, se puso las gafas para hablar de una etapa de su vida y, 30 años después, cerró otra.

Y este chaval de Málaga hoy convertido en lo que admiraba, en actor, misión por la que un 3 de agosto de 1980 se subió al tren Costa del Sol con destino a Madrid, ha cumplido su objetivo, “pero sólo de forma parcial. La aventura continúa y la ruta se hace más complicada, especialmente ahora, en tiempos de crisis, pero esta profesión siempre ha vivido en crisis. Con la figura de don Francisco de Goya sé que nuestra cultura es la mejor manera de saber lo que somos y cómo hemos llegado hasta aquí. Ahora sé que elegí este camino porque sabía que la cultura y el arte era la mejor manera de entender el mundo en el que me había tocado vivir”.

Antes de comenzar la segunda parte del partido de su vida, en la que seguirá jugando para sacar adelante sus proyectos y respaldar los de otros, el carismático Banderas reclamó para las nuevas generaciones “el cariño, y el apoyo que les haga sentir que su esfuerzo y sacrificio merece la pena para representar a nuestra cinematografía”.

Se quitó las gafas y se emocionó cuando ofreció el galardón a la que “ha sido mi mejor producción, a Stella del Carmen, a ti hija mía te dedico este premio pidiéndote perdón”.

Al día siguiente, con su Goya de Honor en la mochila, escribió en su recién estrenado Twitter: “Misión cumplida. Besos a todos”.