Directores noveles

©Enrique Cidoncha

Como en una reunión de colegas, los directores noveles que optan al Goya compartieron carcajadas, intercambiaron teléfonos y escucharon atentos a sus compañeros cuando la conversación fluía por cauces más trascendentales. Con proyectos a la medida de cada cual, esta categoría vuelve a demostrar los muy distintos caminos por los que transita nuestro cine: una comedia desaforada en tono de falso documental, una cinta de terror protagonizada por grandes estrellas, un filme de autor que versa sobre una realidad social, y una cinta de animación que ha arrasado en taquilla dentro y fuera de nuestras fronteras. El ansiado galardón finalmente solo tendrá un dueño, pero estos realizadores, que ya viven con la losa de ser considerados el futuro del cine español, aún tienen seguro mucho que ofrecer.

En el encuentro con el público que estos cuatro noveles protagonizaron en la Academia, Oriol Paulo relató una anécdota que ejemplifica bien el sentir de todos ellos antes de lanzarse a la vorágine del que fue su primer rodaje como realizadores. “Después de haber picado mucha piedra haciendo guion para televisión, escribí una historia en la que cuatro personajes estaban encerrados en una habitación. Quería más que nada experimentar y ver adonde llegaba todo esto. Cuando me propusieron el casting, me senté en un banco y realmente reflexioné si estaba preparado, si quería pasar por todo lo que suponía”. Estos cuatro jovenes, nacidos en los coletazos del franquismo y en plena transición, se enfrentaron a los miedos lógicos que la primera película provoca, pero con el trabajo bien hecho recogen ahora sus frutos, entre los que se encuentran el poder pugnar de tú a tú con otros tres compañeros por el ansiado Goya.

Pero, ¿por qué sus películas y no otras? En la categoría de Mejor Dirección Novel, competían a priori un total de 50 operas primas. Paco León considera que el ruido que ha hecho Carmina o revienta “ha sido determinante. Aunque, espero que los académicos hayan percibido también una voz nueva, una manera distinta de conseguir un producto original”. Enrique Gato, que ya cuenta con dos goyas por sus cortometrajes, cree que “Tadeo cae muy bien. Ser un personaje normal y sencillo que conecta rápido con el público hace que apetezca por defecto. Paulo podría quedarse de El cuerpo con el hecho de que “te atrapa desde el minuto uno y no te suelta hasta la última secuencia”, aspecto que la misma Isabel de Ocampo, que también posee un Goya por Miente, enlaza con Evelyn –“Con humildad puedo decir que mi historia, al mismo tiempo que te agarra, te hace entender un fenómeno como es la trata de personas en toda su dimensión. He intentado que se reflejen todos los puntos de vista sociales”–.

Primeros errores, primeras enseñanzas

Ante la cuestión de qué lección se llevan para futuros proyectos, todos coinciden en que “una de las cosas que descubres en esta primera vez como realizador es lo bien que se está rodeado de personas que trabajan para ti, encontrar gente en la que puedes confiar y la importancia que tiene el saber delegar”. Son palabras de Enrique Gato, a las que Ocampo añade que “es ese precisamente el milagro de la creación artística. Yo disfrutaba mucho sentándome a ver como el director de fotografía construía la luz desde la nada”. Paulo confirma lo expresado por sus compañeros y alaba a las personas que junto a él rodaron El cuerpo –“Yo, que soy tío, pero cualquier persona os puede decir que tengo mucha sensibilidad, todas las mañanas necesitaba abrazos de mi equipo”–. Paco León, en su doble vertiente como actor y director, se declaró sorprendido por haber podido “conectar los dos trabajos. He descubierto que todo consiste en la búsqueda de la verdad, ya que el montar un personaje tiene una continuidad como director. Esto es como actuar, pero todos los personajes a la vez, lo que resulta mucho más divertido”.

Aflora en la charla, inevitablemente, la situación global de nuestro cine. ¿Cómo estamos, a pesar de la que está cayendo? Los puntos de vista son diversos: Ocampo insiste en que es necesario “admitir la doble naturaleza que tiene el celuloide, la industrial y la cultural. Bienvenido Mr. Marshall fue un fracaso de taquilla, por lo que no queda más que contemplar que hay películas que están hechas para otra cosa”. Paulo se declara defensor del “punto medio. El cine es cine y debe sobrevivir sin etiquetas, yo no escribo pensando si voy a arrasar o no. Creo que cada vez somos más conscientes de la necesidad vital de conectar con el espectador, y en eso Paco es el ejemplo perfecto”. El también actor contesta y asegura que el problema viene de que “la gente tiene la sensación de que ya sabe lo que va a ver cuando la película es española. Así piensan mis tías… Pero estamos en un momento emocionante si se trata de ver la botella medio llena porque la revolución digital permite que los procesos sean más baratos. Hay que suplir con pasión y talento la falta de recursos”. Enrique Gato, con miedo a superar el listón “altísimo” que le plantea su último filme, se alegra de “la diversidad de géneros que tenemos hoy. Antes era más difícil salir del drama y la comedia, pero ahora somos una potencia en animación, en cine de terror y empezaremos a despuntar en la ciencia ficción. Hay mucho aire fresco”.

De Ocampo comentó su labor como presidenta en la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA) – “Tan solo estar ahí ya es una experiencia bonita. Las mujeres pagamos la mitad de los impuestos, pero el 93% de los filmes españoles están dirigidos por hombres. Esto incide en los contenidos, los personajes femeninos no tienen nada que ver con nuestro mundo, que es mucho más complejo” y León volvió a comentar su estreno multiplataforma –“Estoy muy satisfecho. El cuchillo se ha metido en el melón, pero evidentemente ahora hay que seguir peleando con él”–.

La mirada al frente

Les toca, en breve y de repente, enfrentarse al que será su segundo largometraje como realizadores. La prueba de fuego para su consolidación en el oficio llega en momentos duros del sector, pero Enrique Gato, que ya se encuentra volcado en otro gran proyecto, no tiene tiempo para agobiarse –“De aquí a diez años, solo me dará tiempo a hacer dos películas, no caben más en mi forma de hacer cine. No pienso abandonar la animación por la ficción porque me ofrece muchas más posibilidades. ¿Habéis pensado la gozada que supone no tener que contratar excavadoras para rodar a 100 metros bajo el suelo? En realidad, es como tener un juguete entre las manos”–. Isabel de Ocampo, se declara “con más temor que el resto. Con Evelyn el público no ha respondido” y está dispuesta a filmar “una comedia. Estoy escribiendo un taquillazo y no voy a hacer Lo imposible, pero quiero transmitir mi optimismo en la vida”. También quiere cambiar de tercio Oriol Paulo, que tiene en la cabeza un guion sobre “el impulso emocional de una madre”, pero al que también han ofrecido ya otra historia, que no sabe si hará porque necesita “conectar y sintonizar completamente con el material. Estoy en el momento de mirar hacia adentro para ver que saco hacia fuera”. Y Paco León tiene “ganas de más, seguir explotando el personaje de Carmina es lo que me pide el cuerpo. Más de lo mismo, vamos”, dice jocoso el que considera la dirección como “actividades extraescolares”.

Una vez terminadas las conversaciones formales, con el público y con los medios de comunicación, estos cuatro realizadores continúan compartiendo sus experiencias. Ríen, conversan sobre los problemas que les deparó el ser novatos y continuamente bromean. Se atreven incluso a ensayar cómo camuflar la decepción cuando no suene su nombre en la gran fiesta del cine español. Vuelven a reir y perciben que, aunque solo sea uno el que se lleve a casa el galardón, ya han pasado la temible prueba de ser primerizos, saben donde están los escollos y en la mente se guardan alguna de las frases que pronunciaron. Isabel de Ocampo manifestó que ojalá sean “el futuro del cine español porque eso significará que nuestro cine tiene futuro”, y Enrique Gato lanzó al aire una visión: “Empezamos Tadeo en 2008, cuando la cosa no estaba tan mal, y la hemos terminado en el peor año. Hemos vivido muy de cerca cómo se ha ido todo al cuerno, pero ahora lo que toca y lo que viene es que todo comience a ir hacia arriba”.