Las vencedoras
Quizá porque en los titulares para internet lucen mejor las cifras que las ideas, a veces las cosas realmente importantes quedan diluidas. No sin motivos ni sin razón, todas y (quiero creer) todos queremos que llegue el año en el que las nominadas a los Goya sean, como mínimo, tantas como los nominados. Eso sería magnífico. Sería maravilloso porque daría testimonio de una cinematografía más igualitaria y, evidentemente, muchísimo más rica | Desirée de Fez
Queremos más directoras, más protagonistas como Julieta, más historias en las que los personajes femeninos decidan, decidan mucho, y no sean simples consortes. Hay que quejarse, claro. Sobre todo porque hay tanto talento y tantas ganas de lograrlo como obstáculos absurdos que nos lo impiden. Pero, a la espera del titular sobre los Goya con más nominadas de la historia, no estaría mal recordar que hay cosas mucho más poderosas que las cifras para demostrar lo importantes que son las mujeres en nuestro cine.
Salvo excepciones, los titulares consideraron a Raúl Arévalo, Mejor Director Novel por Tarde para la ira (también premio a la Mejor Película), y a J. A. Bayona, reconocido con el Goya de Mejor Dirección, como los grandes vencedores de la noche. Lo fueron, sí. Pero jamás habrían podido levantar sus obras sin el esfuerzo, el entusiasmo y el sacrificio de sus productoras. Ellos fueron los primeros en reconocerlo en sus discursos. “Quiero dedicarle este Goya a cinco mujeres que son fundamentales en mi vida: mi madre, mi hermana Tamara, Alicia, mi amor Melina y mi productora, Beatriz Bodegas, sin la que hubiera sido imposible hacer esta película. Muchas gracias por quererme tanto”, dijo Arévalo. Sí, sin su socia Beatriz Bodegas no habría sido posible.
La productora de La Canica Films reconocía en una entrevista en exclusiva para El Periódico de Catalunya, firmada por mi compañera Olga Pereda, haber apostado a ciegas por un filme en el que creía –y cree– profundamente (“Creativamente ha merecido la pena. Estamos muy orgullosos de lo que hemos hecho”), pero por el que también ha corrido muchos riesgos: “Todo lo que tengo, incluida mi casa, lo tengo hipotecado”. Su película, porque es suya, ganó el Goya. Y el titular de la noche tendría que haber sido ese: “Bodegas y Arévalo, grandes triunfadores de los Goya”. No hay ningún número dentro, pero en esta ocasión no hacía falta.
La otra dedicatoria reveladora de los Goya en este sentido fue la de Bayona, sin duda la dedicatoria más bella de la gala, al recoger el premio a la Mejor Dirección por Un monstruo viene a verme: “Quiero compartir este premio con quien es, prácticamente, la persona más importante de mi vida ahora, la productora de esta película, Belén Atienza.
Me preguntaba María Belón la semana pasada que si me había dado cuenta de que Belén y yo éramos la misma persona. Claro que me he dado cuenta, porque yo ya no sé hacer películas sin ti. Muchísimas gracias”. ¿De verdad no está claro lo importante que son nuestras cineastas? Tienen que dispararse las cifras, sí, pero también hay que acabar con la tendencia a creer que la única persona importante en una película es el director.