El éxito es compartirlo
Woody & Woody es el Mejor Cortometraje de Animación en los 32 Premios Goya
Por Jaume Carrió, director, y Laura Gost, guionista
Decía Woody Allen que el 90% del éxito consiste en insistir; sin embargo, tras ganar el premio Goya a Mejor Cortometraje de Animación, hemos llegado a otra conclusión: el 90% del éxito consiste en compartirlo. Y es que, en nuestras islas, y especialmente en Mallorca, este reconocimiento ha generado una oleada de emociones y una cohesión sin precedentes en el sector cultural. Tanto quienes asistieron a las primeras representaciones de la pieza teatral de la que parte el cortometraje como quienes han sido testigos de todo el proceso de concepción del mismo a lo largo de estos últimos tres años y medio, se han sentido parte de este triunfo. Pero no solo ellos: también muchas otras personas completamente ajenas al ámbito artístico o audiovisual han conectado con nuestro proyecto de un modo que nos ha emocionado profundamente.
Woody & Woody, sin embargo, no solamente ha provocado multitud de reacciones en nuestra tierra. Esta realidad no puede sorprendernos. Al fin y al cabo, ¿cómo no iba a generar comentarios el hecho de que se haya entregado un Goya a una obra que homenajea la trayectoria de Woody Allen precisamente ahora, cuando tantos ‘jueces y fiscales 2.0’ están emitiendo sentencias a base de tuits sobre el cineasta? Para algunos fue una ofensa; para otros una provocación; para muchos, afortunadamente, fue un premio a un buen proyecto, y el discurso de la guionista al recoger el Goya fue una afirmación necesaria en un momento en el que se habla de destruir a un autor desde el desprecio hacia las decisiones judiciales y las pruebas concluyentes. Laura Gost, en nombre del resto del equipo de Woody & Woody, afirmó tener una certeza, pero en las redes se ha puesto de manifiesto que hay quienes cuentan con muchas certezas más; tantas como para llegar a convertir el hashtag #WoodyandWoody en trending topic durante la emisión de la gala.
Naturalmente, es agridulce percibir que hay quien espera que pidamos perdón por haber obtenido un premio a un trabajo de tantos años y que rinde tributo a un creador al que hasta hace poco se admiraba de manera unánime. No obstante, nos aferramos a nuestros argumentos, unos argumentos que nos parecen sólidos porque parten de la prudencia, de la presunción de inocencia, de la humildad a la hora de opinar y del reconocimiento de la propia ignorancia, que nos impide condenar o defender con rotundidad. Despertamos el 4 de febrero con este tuit: “La Academia acaba de dar un Goya a un pederasta”. Ante tal nivel intelectual, solo podemos concluir dos cosas. La primera: es bastante feo llamarnos pederastas. La segunda: nos sentimos afortunados de haber creado un producto que rinde tributo a la inteligencia en un momento histórico en el que la corrección política, la (auto)censura y la banalización de la razón y la reflexión parecen estar a la orden del día.