“Nos preguntamos cuándo alguien deja de ser real para convertirse en un mito”

Aitor Arregi y Jon Garaño están nominados a Mejor Dirección por Handia

Imitando a su protagonista, Handia ha ido agigantándose desde que se presentó en San Sebastián –donde logró el Premio Especial del Jurado–, hasta convertirse en la cinta en euskera más vista de la historia y la más nominada de la 32 edición de los  Goya. Sus codirectores, Jon Garaño y Aitor Arregi, celebraron cada opción “como si fuera un gol” desde la productora Irusoin, donde siguieron la lectura en directo. Su emoción ocupó las portadas de El Correo y El Diario Vasco, raramente destinadas a la cultura. Y es que el número 13, en esta ocasión, significa alegría. “Dan más visibilidad a la película y sirven para lo más importante, que se pueda reestrenar y que la gente pueda ir a las salas a verla”, asegura Garaño. La noche del 3 de febrero el gigante de Altzo aún puede seguir creciendo.

Por María Gil

Lo suyo ha sido un aluvión de nominaciones, ¿se sienten favoritos?

A.A: No, favoritos para nada. Tenemos el maravilloso regalo de las nominaciones, pero eso tiene un reverso. Puede ser también la derrota más grande. Somos guipuzcoanos y no nos gusta hacer ciencia ficción de algo que no tienes entre manos. Ahora no queremos pensar más allá de seguir promocionando la película, porque no ha llegado seguramente a todos los rincones.

Destaca la diversidad, con cintas en euskera, inglés, catalán y español luchando por el Goya a Mejor Película. ¿Qué valoración hacen?

A. A: Lo primero que me vino es la madurez de la Academia. Me dio la impresión de que se había votado más allá del idioma en el que se narra. Hay gente que nomina el cine que le transmite y es una diversidad sana. Demuestra que una cinta no va a ser mejor o peor porque se cuente en un idioma o en otro.

Viajamos del universo femenino contemporáneo de Loreak, donde Arregi era guionista y codirigía Jose Mari Goenaga, a una historia con personajes masculinos, en el siglo XIX, basada en hechos reales… ¿Han cambiado las historias que les interesan?

A.A: Son dos proyectos muy distintos, pero a la vez hay muchos puntos en común. Son retratos de relaciones psicológicas de cercanía, familiares… gente que se hace daño sin pretenderlo. Cuando planteamos un proyecto, no pensamos en lo que hemos hecho, pero al final acabas desarrollando historias que hablan de cosas parecidas a las anteriores, porque las inquietudes siguen estando ahí. Handia es una historia que nos enganchó y nos agarró. La historia es como una especie de ser vivo que tiene su opinión y que te dice ‘ya, ya, tu querrías contar eso, pero eso igual no tiene tanta fuerza, tienes que contar esto otro’. Así es como solemos trabajar. No tenemos las cosas claras desde el principio, ni mucho menos. A veces no las tenemos claras ni al final.

¿Por qué querían rescatar este mito?

J.G: Todo nace hace un montón de años. De chaval, fui al Museo San Telmo de San Sebastián, donde hay unas pertenencias del gigante de Altzo y me quedé fascinado por la figura. Muchos años más tarde, cuando ya me dedicaba a esto, les comenté a mis socios de Moriarti que me gustaría hacer una película sobre él y, año tras año, me decían ‘no’. Hasta que un año me lo trabajé un poco más y ya me dijeron que escribiese algo. Casualidades de la vida, el guionista Andoni de Carlos mandó dos meses más tarde a nuestros socios de Irusoin un guión sobre el gigante de Altzo. Él quería hacer una película de animación para niños, pero nuestra idea no era esa.

¿Cómo se relaciona la leyenda con la realidad y vuestra ficción?

J.G: El gigante es bastante conocido aquí en Guipúzcoa, pero muchos creían que era un personaje mitológico. Y ahí surgió la pregunta: ¿cuándo una persona deja de ser real para convertirse en un mito? Ves cómo la gente va incorporando el mito, cómo se va deformando la idea de este mito y cómo se va transformando en los espectadores. Y la propia película es lo que hace, porque se van mezclando hechos reales con cosas inventadas por nosotros. Siempre decimos que damos otro paso en esta deformación de lo que fue una persona real.

El sello Moriarti

Si miramos los créditos de sus películas, cada vez están en un puesto.

J.G: Es marca de la casa. Nos vamos rotando. Nos conocimos en la escuela de cine hace 17 años y Moriarti surgió con la idea de que uno de nosotros hiciese un corto y los demás le ayudásemos. Y eso lo hemos mantenido hasta ahora. Dependiendo del proyecto, decidimos quién va a ser el director y en los proyectos grandes la idea es codirigir. Pero, aunque en el foco estemos dos personas, los demás también contribuyen. Realmente sería una codirección de grupo y queremos seguir haciéndolo así. Cuando empezábamos a hacer cine, nos preocupaba si íbamos a tener sello de autoría, y dices ‘si trabajamos en grupo no va a haber nada de eso’. Luego te das cuenta de que quizá sí que tenemos una autoría como grupo. Hay un sello Moriarti.

Handia ha tenido más de 90 000 espectadores. ¿Están haciendo más mayoritario un cine que a priori parece destinado a un público más pequeño?

J.G: Siempre quieres tener el mayor número de espectadores posible. Pero luego ya depende de muchas cosas. Es verdad que los resultados han acompañado, pero hemos tenido una mayor ambición que en Loreak. Se ha apostado por invertir más en publicidad y marketing y es también una película, entre comillas, más fácil para los espectadores. Pero, obviamente, si hemos podido hacer Handia es gracias a Loreak.

¿Es esencial para ustedes reivindicar el euskera en sus producciones?

J.G: Sí que queremos seguir rodando películas en euskera porque nos sentimos cómodos y es uno de nuestros idiomas y nos parece importante que se haga cine en euskera, pero eso no significa que todas nuestras historias vayan a serlo. De hecho, nuestro siguiente proyecto es en castellano. Es una coproducción con Andalucía y va sobre un topo que, en la Guerra civil y la posguerra, por miedo a represalias, no salió de casa durante 30 años.