Enric Auquer: “En el cine me gusta que las cosas importen”

Foto: ©Papo Waisman

Se alzó con el Goya a Mejor Actor Revelación por Quien a hierro mata, en los Premios Goya 2020

 

| Por María Gil 

De Goya le fascinan sus pinturas negras, aunque el presente y el futuro de Enric Auquer poco tiene que ver con este color. Sí con el pintor aragonés, cuyo busto levantó en un año donde, en su debut en el cine con la cinta de Paco Plaza, ha recogido el calor y el reconocimiento unánime de público, crítica y compañeros de profesión. El actor catalán, al que veremos próximamente en las series La línea invisible, Sky Rojo y la segunda temporada de Vida perfecta, entiende su oficio “como el de un artista esbozando un cuadro” y aborda los personajes “desde el cliché, para luego ir humanizándolos y haciéndolos tuyos”. Con este modus operandi se transformó en Kike, el hijo menor de un narcotraficante gallego en Quien a hierro mata, que le ha valido el Goya a Mejor Actor Revelación. Un premio que suena a trap, sabe a droga y huele a centollo.

El Goya a Mejor Actor Revelación pone el broche a un año donde no ha parado de recoger premios y donde se ha ‘revelado’ por partida doble, en el cine con Quien a hierro mata y en televisión con Vida perfecta.
Cuando dijeron mi nombre sentí alivio, sentí que verdaderamente lo había logrado. Estamos muy maleducados en el premio o el castigo. El Goya es un gran reconocimiento y te apetece que te lo den, estaba cerca de mi madre y fue muy bonito. Y este año ha sido una gran sorpresa para mí. Llevo mucho tiempo trabajando y de repente, valoran de golpe todo el trabajo duro.

Bregado en el teatro, en su discurso recordó lo difíciles que son los comienzos y agradeció a Paco Plaza esta oportunidad de debutar en el cine. ¿No es habitual que se fijen en actores desconocidos?
La directora de cásting Arantza Vélez me vino a ver al teatro y me propuso el cásting, donde conocí a Paco Plaza. En la vida hay que tener mucha suerte, y yo la tuve al encontrar a un director al que no le importan las caras famosas, junto con Vaca Films. Optaron por mi propuesta, confiaron en mi talento y me dijeron un sí rotundo. Y creo que no siempre pasa. Estamos en un mundo donde el cine también se ha convertido en un gran negocio y donde la taquilla es muy importante, y cuanto más famoso eres parece que tendrás más taquilla, y a veces tienen más en cuenta esto. Y creo que Paco no es así y que Emma [Lustres] y Borja [Pena] conmigo han demostrado que tampoco.

El director le advirtió de que el cine consistía en aprender a renunciar, pero al recoger el Goya destacó que “con Paco nunca tuve que renunciar a nada”. ¿En qué pensaba que tendría que ceder?
Tú tienes una idea de cómo debería ser tu personaje y de lo que quieres explicar y transmitir en el set. Y en el día a día de un rodaje nos tenemos que adaptar las circunstancia: a veces se complican las cosas, hay menos tiempo, un día no estás tan inspirado y tienes una mala secuencia que para ti era muy importante… y tienes que ir renunciando a ideas creativas. Como actor, respecto a cómo querías que fuera ese personaje, y como director, cómo querías esos planos para tu película. Y aprender a reaccionar en la renuncia y en las cosas que tú tenías pensadas en casa es lo que Paco me venía a decir. Con Paco nunca tuve que renunciar a nada porque es un director hipervaliente, que confió mucho en mí y que me dio total libertad para poder explayarme a gusto.

Sobre el escenario también se acordó de su compañero de reparto fallecido, Xan Cejudo, y reivindicó el cine periférico.
Tenemos un país muy rico, donde hay plurinacionalidades, diferentes idiomas, sensibilidades e historias que contar. Incluso diferencias culturales entre comunidades autónomas, y creo que esto enriquece mucho y hace grande al cine español.

Foto: ©Miguel Córdoba

Pulsión artística

Para encarnar a Kike tuvo que hacerse con el acento gallego.
No había estado en Galicia y fui a conocer el mundo del narcotráfico, las rías, y a coger el acento. Volví más o menos con Kike. Tenía muchas ganas de hacer un personaje que al inicio pudiera caer incluso mal, con mucha vanidad e ímpetu, en el sentido de que él tenía la razón en las cosas, y que poco a poco se fuera humanizando y que la moralidad dudosa del inicio se pudiera ver justificada por el miedo que todos tenemos dentro. También explicar esta moralidad doble, que puede ser una persona que quieras, verlo como tu hermano, y a la vez ser alguien que se dedica al narcotráfico, y que juega con la adicción y la enfermedad de otras personas. Luego, la idea de la codicia y del dinero y a dónde te llevan son preguntas que me hice en ese momento.

¿Cómo se enfrenta a los personajes?
Me gusta mucho iniciarlos desde el estereotipo y trabajar desde allí. El director de teatro Peter Booke siempre decía que, cuando trabaja con actores y les pide un personaje, es mucho más fácil iniciar desde el estereotipo entendible por todo el mundo. Cuando estás haciendo un trabajo de composición de un papel, muchas veces te pierdes en ese camino y te asustas y quieres volver al inicio. Y cuando lo has iniciado desde un punto que no sabes muy bien cuál es, te pierdes. Sin embargo, si lo inicias desde el cliché y lo vas humanizando y haciendo tuyo, transformándolo en algo más rico en matices y lo vas personificando, es mejor. El espectador entiende al personaje y empatiza con él más rápido.

¿De niño quería ser actor?
Siempre he sido muy imaginativo y creativo, y muy exhibicionista. Hubo un momento de adolescente que yo no sabía qué hacer y mi madre, que es bailarina, me convenció para dedicarme a esto. Encontré una vocación y un sitio donde canalizar mi pulsión artística. Estoy súper feliz de haberlo encontrado y de poder dedicarme al teatro, que ha sido mi oficio y me ha humanizado, me ha dado mucho criterio artístico y posicionamiento ideológico, y me ha aportado casi todo. Allí empecé y nunca me iré del teatro. Aunque me apetece seguir haciendo cine y aprender mucho más de este arte increíble.

¿Qué ha encontrado a nivel actoral en su salto al cine?
Te permite una libertad autodidacta muy distinta del teatro. En el cine eres muy dueño del arco del personaje y el trabajo previo de pensar cómo tienes que hacerlo. Siempre lo comparo a pintar un cuadro, estas cosas que admiro de artistas solitarios, como un escritor, un poeta, o un escultor, que pueden trabajar solos y ensimismarse en su arte. El cine te da esta posibilidad de ser bastante dueño del trabajo porque tienes las secuencias desordenadas y un día tienes dos secuencias que no son consecutivas y haces dos pinceladas y a partir de esas dos pinceladas vas construyendo tu personaje o tu cuadro, pensando en qué has dejado de explicar en un sitio para explicarlo en otro.

¿Con qué directores le gustaría trabajar o qué papeles le gustaría que le llegaran a partir de ahora?
Pablo Larraín, Iñárritu, Sorogoyen, Isaki Lacuesta, Elena Martín, Irene Moray, Carla Simón, Belén Funes, Oliver Laxe, Almodóvar, de nuevo con Paco Plaza… Trabajaría con casi todo el mundo, pero sí hay un tipo de cine que me interesa más. Me gusta que las cosas importen, cuando es un director que ha escrito algo que para él es importante de verdad, que no es solo un trabajo, sino que es su arte y su dedicación y quiere componer contigo la película mucho antes de empezar a rodar, para que te dé tiempo a la búsqueda, a la investigación, a la pulsión artística. Prefiero esto que hacer una cinta en la que te dan el guión diez días antes y donde vas a ejecutar una idea de mucha gente y de nadie a la vez.