La conversación pendiente | Sobre el Mejor Diseño de Vestuario

Foto: ©Miguel Córdoba

La diseñadora de vestuario Sonia Grande pone palabras a la emoción y el orgullo que sintió al recibir el Goya a Mejor Diseño de Vestuario por su trabajo en Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar

 

| Por Sonia Grande 

Emocionada y orgullosa. Así me siento al recibir este Goya y también al formar parte de la cinematografía española, que me ha permitido trabajar en proyectos tan buenos y emocionantes como Mientras dure la guerra.

Una película compleja y sin complejos, que huye de ideas monolíticas acerca del estallido de la Guerra Civil y se centra, más que en lo que se asume de sus personajes, en lo mucho que estos no sabían, en la desinformación de entonces, en los dimes y diretes, en los rumores… Ese caldo de cultivo tan ambiguo en el que intelectuales y escritores como Unamuno se veían en la obligación de tomar partido, a pesar de ellos mismos. Creo que la película acierta en desmitificar esos momentos de supuesta lucidez de los intelectuales, y acierta también en demostrar que nada es lo que parece.

Está también la idea del silencio como fuente de poder. La ambigüedad y turbiedad que sugiere el personaje de Franco frente a consignas fuertes y monolíticas al uso, como las de la Junta de Defensa Nacional de Burgos o las del mismo Millán Astray… esa es la sonrisa enigmática que verdaderamente muestra el poder. Merece especial atención, sobre todo en los tiempos que corren, el inteligentísimo uso manipulador y sin embargo vacío de la bandera por parte de Franco. Toda una declaración de intenciones.

No es una cinta equidistante pero tampoco es maniquea; es una película que invita a iniciar una conversación pendiente. Tal vez la conversación que nuestra sociedad tiene pendiente consigo misma. Una clara referencia a esa conversación, tal vez a gritos, a nuestra manera, mediterránea y poco civilizada, es esa secuencia hermosa al atardecer, en las afueras de Salamanca, en que Unamuno y su amigo Salvador discuten acaloradamente, en la que Amenábar dibuja una silueta a lo lejos que recuerda al Duelo a garrotazos, de Goya. Creo que la película consigue que, al salir del cine, el espectador se vaya a casa, o al bar, o a fumar un cigarro, y que se ponga a conversar sobre qué habríamos hecho nosotros estando en el lugar de cualquiera de sus personajes. Conversar sobre ese tiempo que nos ha hecho ser lo que somos.

Siempre siento un sabor oscuro y rancio cuando estudio la documentación de este momento de nuestra historia. ¿Cómo colorear las sombras de nuestro pasado?

La figura central de Unamuno me llevó a conceptos profundamente españoles: a nuestra gloriosa pintura, al Greco y, cómo no, al Quijote. Esa síntesis de lo español debía estar en toda la película.

Intentamos ser lo más fieles a los cortes y tratamientos de los uniformes de los generales y militares, siguiendo los consejos de nuestros asesores y del Museo Militar de Toledo. Los uniformes son un mundo igualador y por lo tanto funcionan como bloque o como conjunto. Luego, lo más complejo fue rescatar de entre todos ellos sus personalidades. El teñido de las telas, todas en esos verdes diferentes; el corte de los uniformes (los altos mandos del ejercito se hacían sus uniformes en sus sastres, mostraban sus gustos personales en cuanto a pantalones y camisas, fajines y la manera de llevarlos). Algunos generales, por ejemplo, preferían sacar los cuellos de las camisas sobre las guerreras (como homenaje a la Legión). Es el caso de Millán Astray, hombre de enorme personalidad, conocido por un cierto tono algo extravagante para su época. Se midieron exhaustivamente las conclusiones entre el vestuario y el maquillaje para conseguir el nivel correcto y creíble de cada uno de ellos.

En cuanto a los personajes femeninos de la película, me interesaba mucho usar vestidos y ropa original de los treinta (los tejidos originales de este periodo son los que facilitan la credibilidad de esta década). Si no tienes vestidos originales para tus actrices, al menos debes de construir con tejido antiguo original para ser veraz con este periodo.

Les invito, a quienes no la haya visto, a acercarse a esta película seria y profunda. Y luego, con un vino, seguiremos conversando sobre ese tiempo que nos ha hecho ser lo que somos.

Gracias, Alejandro, por esta maravillosa experiencia.