Teresa Font: “En el montaje nunca hay que darse por vencido”

Foto: ©Miguel Córdoba

Entrevista a la montadora Teresa Font, ganadora del Goya a Mejor Montaje por su trabajo en Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar

 

| Por Chusa L. Monjas 

25 años después de alzar su primer Goya por Días contados, logró la segunda estatuilla con la que ha sido su primera colaboración con Pedro Almodóvar. Un reconocimiento que no se esperaba, que agradece especialmente porque Dolor y gloria “es muy especial” para ella, y que le llega en un buen momento personal y profesional, en el que disfruta “enormemente” del oficio al que lleva dedicada 40 años. A Teresa Font el premio la ha pillado trabajando; está en el nuevo proyecto de la directora canadiense Deepa Mehta, acaba de montar una película en Lisboa de Simão Cayatte y volverá a formar equipo con Imanol Uribe, uno de los muchos cineastas que han confiado sus materiales a esta licenciada en Filología inglesa que escapó de su destino cuando se fue a Londres, donde comenzó a ver películas de todas partes del mundo. “He sido muy afortunada. Si he tenido un mérito, ha sido la perseverancia”, declara con mucha humildad la técnica catalana, una de las once mujeres que salieron con el Goya debajo del brazo, sin contar las categorías de interpretación.

 

En Dolor y gloria tomó el testigo de uno de los montadores más importantes y respetados del cine español, José Salcedo, montador de todas las películas del director manchego hasta su fallecimiento.
Que Pepe fuera el montador de todas las películas de Pedro lo dice todo. La relación que se establece en la sala de montaje entre director y montador es muy especial. Sin intermediarios, es quizás el momento más delicado en el proceso de hacer una película, porque es donde la historia imaginada adquiere su forma definitiva. Para ello, la confianza mutua y la complicidad entre director y montador es imprescindible. Imagino esta complicidad durante veinte películas, ¡qué maravilla! Así que fue todo un honor que en El Deseo pensaran en mí para sustituirle, pero también un reto.

Almodóvar dijo que su Goya era muy deseado porque usted había sido un descubrimiento. Todo un halago.
Se lo agradezco mucho. Ha sido de una enorme generosidad conmigo.

¿Cómo ha sido su relación con Almodóvar?
Pudorosa al principio, porque imagino que los dos éramos conscientes de la situación. En ese sentido, quise facilitarle las cosas en lo posible, pero fue él con su actitud quien me lo puso fácil a mí. Lo curioso fue cómo, a medida que me llegaba el material rodado, me iba identificando con la película, con lo que Pedro quería contar. El propio material, la manera de rodar de Pedro y la interpretación de los actores me iban indicando cómo montar. Me sentí enseguida cómplice y parte de esa historia.

Después de haber visto trabajar a Almodóvar, ¿qué destacaría de él?
En rodaje me pareció muy afinado e intuitivo. Muy focalizado en lo que quería conseguir en cada escena, y con un sentido del ritmo innato. Me interesó especialmente su trabajo con los actores. Ya en la sala de montaje, lo ve todo y reacciona ante lo que el montador le presenta. No todo el mundo sabe ver y Pedro en este sentido tiene mirada de montador. Sus indicaciones respecto al montaje son concisas y claras. Va a lo esencial, prescindiendo de cualquier floritura o subrayado. Sensible al mundo sonoro, cuenta con el sonido como un elemento importantísimo de la narración. En eso coincidimos totalmente, el sonido es para mí uno de los elementos imprescindibles del montaje.

En este trabajo contó con una gran aliada, la script Yuyi Beringola.
El o la script es nuestros ojos y nuestros oídos en el rodaje, y Yuyi hizo un gran trabajo. Sus notas fueron de gran ayuda para que yo pudiera hacer un montaje lo más aproximado posible a las intenciones del director.

¿Cuáles fueron los retos más interesantes de afrontar en el proceso de montaje de Dolor y gloria?
Quizás encontrar el ritmo adecuado para que la película fluyera de manera armónica, al ir pasando de un estilo narrativo a otro: flashbacks, voz en off, monólogo, etc. Aunque hay que admitir que eso es, sobre todo, mérito de la especial estructura del guion.

Y ya dentro de cada escena, estar atenta a las pausas y las reacciones de los personajes para transmitir el máximo de emoción, como en el caso de la conversación entre la madre y el hijo en la terraza; o en la del encuentro de Salvador Mallo con su expareja. Son dos secuencias en las que era muy importante dejar aflorar la emoción que transmitían los personajes. Pero también en el monólogo del personaje de Asier Exteandia, en la del albañil lavándose en el barreño, etc. En todas las escenas de la película había que cuidar al máximo cada detalle, encontrar los fotogramas exactos para ir construyendo la emoción que atraviesa toda la película, que es lo que Pedro quería transmitir.

El tacto

¿Servirá el Goya para que se les preste más atención?
No lo sé, pero hace ya un tiempo que intento señalar, también a las gentes del cine, que aunque el montador es solo un intérprete de las intenciones del director, es en el montaje donde las películas encuentran su forma definitiva y los montadores participamos en ello de manera decisiva. El nuestro sigue siendo uno de los oficios mas invisibles.

En los últimos años, los profesionales del cine de todo el mundo han reivindicado el papel de la mujer en esta industria. En las escuelas y universidades hay un equilibrio entre estudiantes masculinos y femeninos, pero en el mundo laboral…
Pues es evidente que no es así. Hay que hacer lo posible para que se compensen esas desigualdades.

Para el Goya al Mejor Montaje había dos mujeres nominadas.
Es un oficio en el que tradicionalmente siempre ha habido mujeres, aunque creo que estamos por debajo del 50%.

¿Cómo definiría su profesión?
Es muy difícil de definir, los límites de nuestro oficio no están muy claros. Depende de cada proyecto, de cada director y del grado de implicación de cada montador; pero es mucho lo que el montador puede hacer con esfuerzo, paciencia y dedicación. Los montadores no montamos nuestra película, somos intermediarios entre lo que el director quiere rodar y lo que ha rodado realmente. Y tenemos que utilizar todas las herramientas a nuestro alcance, que son muchas, para contribuir a sacar adelante la mejor obra posible.

¿Qué directora o director le gustaría que le entregara su película?
En tiempos pensaba que Scorsese, ahora estoy contenta con mi suerte. No me atrevo a soñar más.

¿Qué aconsejaría a los jóvenes que quieren ser montadores?
Que aprovechen cada ocasión, por pequeña que parezca, para hacer un buen trabajo. No importa el formato, todo cuenta. Que no se conformen fácilmente con un primer montaje, la capacidad de trabajo y resistencia física son muy importantes en nuestro oficio. Y el tacto, el tacto lo es todo.

Si echa la vista atrás, ¿qué recuerda de Vicente Aranda, el director con el que aprendió?
Aunque en el montaje de Asesinato en el Comité Central fue muy duro y cuestionaba la mayoría de mis decisiones, mereció la pena resistir y aprovechar esa posibilidad de aprender. Veíamos el montaje de manera distinta y con el tiempo fue dejando los montajes de sus películas más en mis manos.

En el montaje, ¿cuál es su máxima?
La tenacidad, no darse nunca por vencida. En las secuencias con problemas de montaje, por ejemplo, hay que buscar y rebuscar en el material rodado porque muchas veces, más de las que imaginamos, acabamos encontrando soluciones inesperadas bien interesantes, inimaginables en una primera aproximación al material rodado.