Mario Casas: “Empiezo a estar en un buen momento”

Foto: ©Papo Waisman

Su transformación en el protagonista de No matarás le valió el Goya al Mejor Actor Protagonista

| Por Chusa L. Monjas 

 

Pura energía. Cuando no está rodando o promocionando, a Mario Casas le cuesta estarse quieto. Intérprete desde que tiene uso de razón, entiende que todo funciona cuando se trabaja en equipo y siempre está a favor de la película. Cuando acepta una propuesta es contundente. “Me convierto en un aliado porque veo talento en el director, en lo que ha escrito el guionista, en el reparto. Respeto mucho lo que hacen los demás. Si tienes dudas es un error entrar en el proyecto, porque te metes en un lugar que no es sano y los personajes no salen”. Magnético, cercano y con muchos planes en la cabeza –también quiere expresarse con la escritura y la dirección–, si hay algo que inspira a este gallego es el riesgo.

Le temblaban las manos cuando cogió el Goya.
Era la primera vez que venía a la Academia de Cine, y cuando he visto la sala de cine llena me he puesto nervioso. A veces, a los intérpretes nos cuesta hablar y posar, y cuando tienes el Goya a tu lado…

Primera nominación y primer premio Goya, en este caso el de Mejor Actor Protagonista por su trabajo en No matarás, de David Victori. ¿Tiene la sensación de que ha tardado en llegar?
No, no ha tardado. Llevo desde los 18 años haciendo cine y televisión, pero soy joven, tengo 34 años. Sí creo que los académicos han visto algo más que mi trabajo en No matarás, que es un peliculón. En los personajes que hice en El fotógrafo de Mauthausen, Adiós y El practicante han visto una variedad y un crecimiento por edad; un salto cualitativo, no en interpretación, pero tal vez si en madurez y en arriesgar, algo que he hecho siempre, pero estos últimos tres años ha llamado más la atención. Pienso que el Goya también ha sido por todo esto.

Ya no tendrá que responder por qué se le resiste el Goya.

Era una pregunta reiterativa. Este premio es un sueño para cualquier actor, pero lo que todos queremos es trabajar. Ahora ya solo pienso en cuál será mi próxima película, en mi siguiente personaje. ¡Ojalá me llegue un guion en el que pueda volver a transformarme!

Conoció la noticia junto a su familia. Todos estaban muy emocionados.

Somos una piña. Cuando me hicieron esa melé los tuve que separar porque tiraron uno de los focos que habían puesto los técnicos y me preocupaba que se fuera la conexión. Es que tenía el iPad encima de seis libros.

Fue una gran alegría para todos. Ellos saben que soy muy constante, que tengo las ideas claras, que sé lo que quiero.

¿Ha hablado con su coach, Gerard Oms?

Cuando nos conocimos en No matarás me dijo: “voy a hacer que ganes un Goya”. Este premio le ha hecho casi más ilusión que a mí. Como en el cine y en la televisión vamos muy rápido, tener el soporte de alguien que en el rodaje tenga el ralentí del actor encendido es muy importante. Reivindico la figura del acting coach junto al director, que tiene que estar a muchas cosas. Ya no puedo trabajar sin un acting coach, con el que estoy en un aprendizaje constante con ejercicios, clases… Hay algo ahí de descubrimiento personal y actoral, porque si me confían un personaje que ya he hecho, siento que me estoy engañando al repetir una fórmula que ya conozco, y tengo la impresión de que también engaño al público.

Su premio alegró a muchos. Sus compañeros de nominación –Javier Cámara, que vaticinó horas antes de la ceremonia que el galardón llevaba su nombre, Ernesto Alterio y David Verdaguer– celebraron la noticia. ¿Era el año de Mario Casas?

No tenía esa impresión. Ya me parecía mucho estar con estos tres grandes actores. Me sorprendió porque pensé ‘me han nominado, pero no me lo voy a llevar’. Lo más bonito fue escuchar lo que dijeron de mí, porque eso quiere decir que las cosas se están haciendo bien, que hay compañeros que ven que me esfuerzo, que estoy intentando hacerlo lo mejor posible. Ese es el premio, el de los académicos y compañeros y compañeras , que va de la mano con el del público, que a mí me ha ayudado mucho.

Siempre tiene muy presente a los espectadores.

Empecé con un cine comercial, aunque El camino de los ingleses, Carne de neón y La mula no entrarían en ese cine popular. Hizo mucho ruido la serie Los hombres de Paco y, sobre todo, Tres metros sobre el cielo, cuyo público me dio la oportunidad para que después Alberto Iglesias (Grupo 7) y Álex de la Iglesia (Las brujas de Zugarramurdi) me ofrecieran la posibilidad de hacer otro tipo de carrera y que los directores comenzaran a confiar en mí. Si el espectador no se hubiera volcado como lo ha hecho y durante tanto tiempo, muchos productores no hubieran contado conmigo.

Soy un actor que quiere entretener al público, y soy espectador, y veo a mis compañeros y compañeras que están trabajando para que yo disfrute, para que me emocione. Durante la pandemia hemos conseguido distraer a muchas personas que han visto nuestras películas y series en las plataformas. Me han parado por la calle y me han dado las gracias, porque les he hecho pasar un buen o un mal rato, según el género de la película que habían visto.

CERRAR UN CICLO

¿Qué le pareció el formato telemático y presencial de la gala?

Vivir los Goya en casa fue extraño y a la vez maravilloso por estar con mi familia. La espinita fue no poder compartir la ceremonia con el equipo, con los académicos y con Antonio Banderas, con el que empecé. Hubiese sido como cerrar un ciclo, porque nos llevamos muy bien y me hacía mucha ilusión estar con él en Málaga, una ciudad que me ha dado mucha suerte.

¿Y el palmarés?

Las películas premiadas se lo merecían. A mí Las niñas me fascina. Este año no había un Almodóvar y tampoco hemos tenido una película que se llevara la mayoría de los galardones, se abrió el abanico y estuvo muy bien. Espero que el próximo año haya también muchos proyectos de todo tipo. Seguimos en una situación muy complicada para todos, para nosotros también, tenemos que continuar luchando como estamos haciendo con el cine.

Días antes del Goya recogió su tercer Premio Feroz. También tiene el premio del Festival de Málaga al mejor actor protagonista por La mula.

Cuando ves que el Goya se lo han llevado Javier Bardem, Luis Tosar, Antonio Banderas y Antonio de la Torre impacta, produce como unas cosquillitas porque son actores a los que admiro, respeto y sigo.

¿Le coge el Goya en su mejor momento?

No. Siempre me acordaré del año de La mula, una película preciosa en la que interpreté el personaje al que más cariño tengo. Como he vivido muchas cosas, a partir de ahora me veo capaz de aportar más sabiduría y más matices a los personajes que hace unos años. Empiezo a estar en un buen momento.

¿Entiende el personaje de No matarás, Dani, como un nuevo principio?

Nunca había grabado de esa manera. El director iluminó todo el escenario para que nos moviéramos por donde quisiéramos, la cámara nos seguía continuamente y hubo tomas muy largas. Llevábamos más de 40 minutos grabando y para mí había pasado un minuto. Lo hizo todo para que los actores nos luciésemos. Cuando trabajas de una manera tan teatral, tan poco técnica, en segundos te olvidas de ti, porque te han puesto todo para que te conviertas en el personaje. Los actores éramos lo más importante de la película.

Pero esto, ¿no le había pasado antes?

Sí. Por ejemplo, Paco Cabezas trabaja con los actores, pero es más técnico, tiene estructurado perfectamente los planos, cómo lo quiere contar. David tenía el tono, sabía cómo quería filmar, pero su prioridad era seguirnos, que no se perdiera nada de lo que hacíamos los actores. Y esto no siempre es así.

ALMODÓVAR, BARDEM Y PENÉLOPE CRUZ

¿Qué películas le inspiraron el deseo de ser actor?

Yo veo mucho cine comercial, del que vengo, me encanta el puro entretenimiento, pero la que me marcó fue El niño que gritó puta, de Campanella. Quise ser actor porque quería hacer lo que hacía ese chaval. Luego está Parque Jurásico, Jumanji, que en su momento me aterrorizó, y las películas Marvel. Hace dos semanas volví a revisar de un tirón y por orden cronológico los 22 títulos.

Si repasamos su filmografía, ¿qué destacaría?
Me cambió la vida que unos chavales que hacíamos televisión empezamos a hacer Mentiras y gordas, Fuga de cerebros y Tres metros sobre el cielo, que se convirtió en una película generacional y me cambió la carrera porque me metió directo al cine. Fue una locura lo que se vivió con esa película.

Y también El camino de los ingleses. Siempre recordaré que estábamos en la casa de Antonio haciendo el cásting y yo no sabía lo que estaba haciendo, pero sí que quería hacerlo toda mi vida.

Un actor crece y sus personajes lo hacen con él.
De nuevo, estoy esperando ese guion que sea como una espina que se clava en el estómago y no sale hasta que no terminas la película. Que cuando lo lea me ponga a tomar apuntes, a pasar referencias al director. Llegarán los personajes, y continuaré reiventándome, a veces saldrá mal, pero en ese viaje están las carreras.

Mis sueños se van cumpliendo. He trabajado con Luis Tosar, Javier Gutiérrez y con Ángela Molina. Ya sé que es pedir mucho, pero me gustaría decir que he trabajado con Almodóvar, con Javier Bardem y con Penélope Cruz.

¿Cómo va el tratamiento de guion que ha escrito?
La historia ya está escrita y hay gente que confía en ella. Hay que formar equipo, encontrar a las personas adecuadas para este drama con referencias francesas, una combinación de cine comercial y de autor protagonizada por chavales de barrio.

¿Cuáles serán los próximos pasos?
Hay proyectos, pero quiero esperar ese guion que tenga la necesidad de hacer. Tengo la suerte de tener trabajo, pero me gusta elegir, no quiero precipitarme. Lo más inmediato es una colaboración en la nueva temporada de Los hombres de Paco.

Solo le ha dado órdenes una mujer, Mar Targarona (El fotógrafo de Mauthausen) ¿Le interesa la mirada de las nuevas directoras?
Mucho. Son primeras películas que tienen magia, son algo especial, y en las que se crea un ambiente muy familiar. Pero este tipo de proyectos no me llega.

¿Le molesta?
No. Soy un privilegiado con las propuestas que me hacen.

¿Le veremos algún día en los escenarios?
Creo que tengo miedo escénico. De pequeño hice teatro, me olvidé del texto en una obra y se me quedó ahí enquistado. Pero no descarto que un día me de por hacer teatro, y si me da…