Toneladas de ilusión | Sobre el Mejor Cortometraje de Animación

Foto: ©Papo Waisman

El director de Blue & Malone: Casos Imposibles, Abraham López Guerrero, cuenta qué ha supuesto para el equipo lograr el Goya a Mejor Cortometraje de Animación.

 

| Por Abraham López Guerrero

 

Somos cineastas y vivimos también gracias a la ilusión. La primera vez que nos nominaron a los Goya, en el 2014, sentimos que formábamos parte de algo más grande.

Yo aún recuerdo esa primera nominación como si fuera ayer. El entonces presidente, Enrique González Macho, nos dedicó unas preciosas palabras a todos los nominados: “vosotros sois el cine español”. Éramos uno más en la familia del cine. Como tantos cineastas a los que admirábamos. Sentimos un orgullo inmenso, y sí, toneladas de ilusión.

No hacemos cine por los premios, lo hacemos porque no podemos no hacerlo, porque lo necesitamos. Porque lo amamos. Porque es como respirar. Como estar vivo. Pero sí. Los premios sí son importantes. Porque son ilusión. Necesitamos trabajar bien, con medios adecuados y vivir y crear con calma. Necesitamos al público y hacer felices a los espectadores. Por supuesto. Pero también necesitamos ilusión. Necesitamos sentir que nos aprecian y que nos apoyan. Sobre todo, si los que nos apoyan y nos aprecian son nuestros compañeros y compañeras cineastas.

Hemos vivido todo el proceso de ser finalistas con muchos nervios, con muchas ganas, con sentimientos muchas veces contradictorios, pero sobre todo, con ilusión. Una ilusión que solo es comparable a la que nos producen esas caritas del público cuando se enciende la luz y se miran sonrientes después de haber visto Blue & Malone. El día del ensayo de la gala, cuando Mariano Barroso y Antonio Banderas se dirigieron a todos los nominados con cariño y admiración, fue uno de esos momentos de decirnos “mirad, es real. Está pasando de nuevo. Estamos nominados”.

Este año el nivel de los cortometrajes finalistas y nominados era enorme. Cuando recibimos el Goya, fuimos muchos los miembros del equipo que rompimos a llorar. Esa noche estábamos todos juntos, aunque separados. Alejados en nuestras casas, pero conectados todos. Mandando fotos, hablando en videoconferencia todo el rato. Mensajes de ánimos. Nervios y más nervios. Deseos susurrados entre lágrimas. Igual que durante nuestra producción. Todos soñando unidos, sufriendo y luchando juntos. Disfrutando y creando juntos. Viajando en nuestra nave espacial con forma de tortuga.

Ahora que ya hemos asimilado que de verdad somos el premio Goya 2021 a Mejor Cortometraje de Animación, y estamos con la mirada puesta en el futuro. Como dice Spiderman, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Queremos convertir cada átomo del Goya en fotogramas. En nuevos viajes y nuevos sueños. Seguir haciendo cortos, y largos. Seguir haciendo cine. Lleno de naves espaciales y viajes imposibles. De ese que te hace sonreír, llorar, abrir la boca fascinado y también tener ganas de gritar. Del que te hace sentir que estás vivo cuando se enciende la luz. De ese cine que ilusiona. Esa es nuestra promesa, nuestra responsabilidad. Porque lo imposible es nuestro negocio.