Una larga y saludable vida en salas | Sobre la Mejor Película Europea

Tras lograr el Goya a Mejor Película Europea, el distribuidor de El padre en España Adolfo Blanco Lucas (A Contracorriente Films) rememora los desafíos para poder acercar esta película al público. 

 

| Por Adolfo Blanco Lucas

La distribución de películas es uno de los trabajos más bonitos y emocionantes al que puede dedicarse uno en el cine. No has acabado de estrenar una película cuando tienes otras tres o cuatro en las últimas fases de su lanzamiento. Distribución es una palabra fea. Los que traen, publican y lanzan libros se llaman editores. Nosotros, en el cine, distribuidores, pura logística… ¡Qué mala idea para nuestra profesión haber mantenido perezosamente el término inglés! ¿Quién quiere trabajar en distribución, pura intermediación, cero creatividad? Qué equivocado quien piense eso. Nadie ve más cine, valora más guiones y se esfuerza más en comprender la lógica del espectador que quien tiene como casi única misión acercar una película al público. Nuestro éxito es lograr que el espectador descubra esas obras de las que antes nos hemos enamorado nosotros.

Si cada título es un mundo, el estreno de El padre, envuelto en tantas incertidumbres, ha sido una aventura especial para todo el equipo de A Contracorriente.

Desde que vimos la película en Berlín, justo antes de la pandemia, empezamos a planificar su salida en España. Tuvimos la suerte de que el Festival de San Sebastián se fijase en ella y nos brindase esa maravillosa plataforma para presentarla en sociedad en nuestro país, ganando además con una nota impresionante el Premio del Público. Siempre pensamos que Navidad era una buena fecha de estreno, a poco que hubiera cines abiertos.

No es El padre una película para cualquier época del año. Es un filme invernal, que retrata un momento de absoluto declive en la vida de un hombre, el drama de esa familia que ha de convivir con alguien que ha perdido la capacidad de razonar.

Los cierres y reaperturas de la salas han marcado este año tan difícil para los distribuidores de cine. Los productores de El padre pensaban que España, como el resto de territorios, debía esperar al estreno americano en el mes de marzo. A finales de noviembre nos comunicaron que Sony, es decir Estados Unidos, estaba poniendo todas las objeciones a nuestro plan de estreno. Nos indicaron que teníamos que retrasar esa fecha, trastocando todos nuestros planes.

Solo gracias a una oportuna conversación, llena de argumentos, y la flexibilidad y confianza de un excelente agente internacional de ventas pudimos reencauzar el problema y, antes que nadie en el mundo, salir este invierno, logrando más de 150.000 espectadores cuando escribo este texto. El premio Goya, las nominaciones a los Oscar y un estupendo boca oreja son elementos que están ayudando a una larga y saludable vida en salas de la película. No son circunstancias con las que nos hayamos encontrado. Al fijar la fecha y decidir luchar por ella, nuestro equipo sabía que serían hitos que muy probablemente ocurrirían y nos iban a ayudar. Esta vez salió bien.

Distribuir cine es un privilegio de profesión. Imposible aburrirse con tantas emociones, tantas películas en danza al mismo tiempo. Si este trabajo cayese en manos de grandes corporaciones extranjeras se perdería la diversidad; se estrenaría muchísimo menos cine español y europeo y se arruinaría una parte esencial de nuestra cultura. Este año tan duro ha dejado muy tocados a exhibidores y distribuidores, muy necesitados de oxígeno para tirar adelante. Sería bueno para todos que continúen su trabajo y lo hagan con salud. Está en manos de los gobiernos evitar que el tsunami se los lleve, se nos lleve por delante.

¡Viva el cine en las salas de cine!