Y el Goya de Honor es para…

Madrid, 1917 – 2010

Lo suyo no fue vocacional porque acompañó a un amigo del cuartel a una prueba, recitó un verso y como salió bien, se dedicó a una profesión que le dió muchas satisfacciones y que le permitió vivir holgadamente. Manuel Alexandre, un imprescindible de nuestro cine, participó en sesenta años en más de 300 películas y solo echó de menos no haber interpretado más roles heroicos. “Me han dado muchos papelitos cómicos porque como me veían simpático… Yo nunca me he sentido así, por lo que tuve que aprender a reír, hablar y sentir como si lo fuera», recordó el actor en alguna ocasión.

©La sombra del delator

La edad no mermó la capacidad de trabajo de este secundario que fue fundamental en el cine, el teatro y la televisión. Amante de las mujeres y los percebes, dejó muy clara su filosofía de vida cuando recibió el que fu su último galardón, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. “Tenéis en mí no a un amigo, sino a un hermano”, afirmó el que fue uno de los actores de Berlanga.

Estudió Derecho, quiso ser aparejador y periodista, pero la Guerra Civil y Fernando Fernán Gómez se cruzaron en su camino y, gracias a su “hermano”, ingresó en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, donde se formó junto a Fernán Gómez y Rafael Alonso.

En 1947 debutó en el cine con Dos cuentos para dos, de Luis Lucia; y cuatro años más tarde, formó parte del reparto de Bienvenido Mr. Marshall. Este fue el comienzo de una relación con Luis García Berlanga que se prolongó durante 40 años. Colaboraron en Calabuch, Plácido, El verdugo, Vivan los novios, Tamaño natural, Todos a la cárcel y París Tombuctú.

Soltero y sin hijos, este cómico que tenía terror a los aviones hizo pocos protagonistas en su larga carrera. «He hecho mis cosas y he tenido éxitos, pero protagonistas he tenido muy pocos, dos o tres”, destacó el que también fue nombre de Atraco a las tres, La guerra de los niños, El bosque animado y Elsa y Fred, cinta por la que logró una nominación al mejor actor en los Goya de 2006.  Campamento Flipy fue el último largometraje de Manolito, como le llamaban sus amigos, que ha dejado un hueco en el Café Gijón, a cuyas tertulias iba desde 1942 y a las que nunca faltó.

©Atraco a las tres

©Pipo Fernández