Y el Goya de Honor es para…

Vigo, 1908 – Madrid, 2003

Visiblemente emocionado, con 80 años y un bagaje sin parangón, Manuel Mur Oti recogía en 1993 su Goya de Honor a toda su trayectoria profesional, de manos de las dos actrices con las que trabajó en sus primeras películas, cuando estas eran unas niñas: Susana Canales y Ana Mariscal.

Director y guionista, antes de iniciarse en el mundo del cine ya había tenido un largo recorrido como escritor. Sus primeras incursiones en la literatura se produjeron en el Diario de la Marina mientras residía en Cuba, país al que había emigrado con sus padres en 1921. Más volcado al principio hacia verso que hacia la prosa, Mur Oti publica en 1929 su primer libro de poemas, Espirales. A este le seguirán algunos más, así como obras dramáticas como La malcasada, que estrenó en La Habana.

Tres años después de regresar a España, la Guerra Civil le sorprende en Madrid. Participa en la contienda, desde la 46 División, donde conoce al director Antonio del Amo. Precisamente, un posterior encuentro fortuito con el realizador y guionista le acerca al ámbito cinematográfico. Mur Oti decide presentar una adaptación a guión de su novela a los premios del concurso anual del Sindicato Nacional del Espectáculo, donde consigue alzarse con el segundo premio.

Su amistad con el realizador madrileño le anima a crear la productora Sagitario Films con las que produce sus primeras películas, basadas en sus guiones y dirigidas por Del Amo: Cuatro mujeres (1947), El huésped de las tinieblas (1948) y Alas de juventud, (1949). Después firma otros guiones, como El señor Esteve (Edgar Neville, 1948) o Noventa minutos (Antonio del Amo, 1949).

Debutó ese mismo año, 1949, como director con Un hombre va por el camino, y continuó en las siguientes décadas realizando largometrajes como Cielo negro (1951), Orgullo (1955) o Morir… dormir… tal vez soñar (1976). En los años setenta compaginó el cine con la televisión, dejando su firma en las exitosas series basadas en sendas novelas de Vicente Blasco Ibáñez, Cañas y barro (Rafael Romero, 1978) y La barraca (León Klimovsky, 1979).