Un presentador guapo, alto, delgado, simpático, encantador y gracioso

©Pipo Fernández

©Pipo Fernández

Antonio Resines reflexiona sobre su experiencia presentando los Goya con motivo de la 30 Edición

Escribo estas breves líneas con el propósito de compartir con todos vosotros mi experiencia y conocimientos como presentador de la ceremonia de entrega de los Goya. Lo que no sé es si debo hablaros como presidente o como ‘pentapresentador’ de la misma. Uno de los momentos mas curiosos lo viví junto a la maravillosa Montserrat Caballé. Cuando era niño, esperaba junto a mis hermanos que apareciera la familia Telerín en la tele para irme a la cama. Lo que nunca pude sospechar, y tengo una imaginación prodigiosa, es que años después, siendo ya muy mayor, iba a repetir esta escena pero acompañado esta vez de Montserrat, y para salir de un escenario. Nunca sabes qué te puede deparar la ceremonia.

Lo que sí tengo claro, precisamente por mi vasta experiencia, es cómo debe ser y qué debe hacer un buen presentador. El buen presentador debe ser guapo, alto y delgado, bueno, el prototipo de galán. También debe ser simpático, encantador y gracioso, tener una buena dicción y vocalizar correctamente.

Es más que deseable estar siempre acompañado de una mujer guapa, y si esta es muy guapa, como ha sido siempre mi caso, mejor. El buen presentador debe no perder nunca los nervios, tener capacidad para improvisar, si por lo que sea algo se tuerce, y ser amable con todos.
A la vista está que reúno sobradamente todos los requisitos, razón por la cual he sido tantas veces requerido para tal honor.

Pero hay algo importante que desasosiega, quita el sueño y puede hacer perder los nervios al presentador más templado. El momento de los agradecimientos. Me tocó presentar la gala en la que, para que estos no duraran demasiado, los micrófonos se sumergían en el atril después de un minuto. Esta medida no fue, por decirlo de una forma suave, excesivamente bien acogida.

Es comprensible que uno se acuerde de su familia, pero los primos lejanos que viven al otro lado del océano no se van a picar si no se les nombra.
También puedo entender que uno se acuerde de los amigos, pero no resulta creíble tener doscientos amigos íntimos, no los tengo ni yo, que soy presidente.Es importante, y mucho, el equipo de rodaje, pero nombrarlos a todos y cada uno de ellos, puede resultar, a veces, tedioso. No sé cuál es exactamente la clave, pero por el público, la gala y la salud mental del presentador, hay que intentar, solo intentar, no alargarse si te premian.

Es de bien nacidos ser agradecidos, lo sé, pero si el agradecimiento es comedido, la ceremonia sale mejor. Y como demostró el año pasado el gran Dani Rovira, al que deseo y auguro el mismo éxito, en un minuto SÍ se puede.