Cómo hemos cambiado: 30 años de Premios Goya

Fotograma del documental en preparación

Fotograma del documental en preparación

Los preparativos de la última edición de los galardones de la Academia serán objeto de una pe­lí­cula documental que, además de visibilizar el trabajo detrás de la ceremonia, reflexionará sobre la evolución de la cita cinematográfica más importante del año.

Por Sonia Gómez y Enrique F. Aparicio

El 16 de marzo de 1987, en el madrileño teatro Lope de Vega, Fernando Rey daba la bienvenida a la primera edición de los Premios Goya. El 6 de febrero de 2016, desde el Madrid Marriott Auditorium Hotel, Dani Rovira ponía la claqueta final a la treinta edición de unos galardones que habían crecido no solo en número (de 16 a 29), sino también en importancia y en repercusión social.

Desde El viaje a ninguna parte a Truman, muchas cosas han cambiado en la entrega de los premios de la Academia de Cine. De solemne acto, con personalidades paseando visón y esmoquin por una Gran Vía completamente iluminada al estilo de los grandes estrenos clásicos; a un espectáculo total, en riguroso directo, en el que caben los números musicales, el humor y hasta algo tan “patrio” como el claqué.

Los Premios Goya representan la gran noche del cine español, pero tienen puro espíritu catódico, lo cual implica que dos formas de trabajar, la cinematográfica y la televisiva, deben confluir y compenetrarse para dar el mejor resultado posible. Una gala a la que solo pueden asistir in situ unas dos mil doscientas personas entre nominados, miembros de la Academia y protocolo. Muy poco aforo para un evento que nadie se quiere perder. Todo el mundo quiere ir los Goya.

Y para que la noche de autos sea un éxito, un numeroso equipo trabaja durante los meses previos, alejados de los focos y el glamour de la alfombra roja. Cinco personas en guion, 12 en producción, nueve en dirección, ocho en vestuario, tantos como en montaje o en comunicación; siete técnicos de grabación y mezclas, 14 músicos, dos compositores y 80 miembros de la Orquesta sinfónica de RTVE; 57 entregadores de premios, 16 bailarines, 135 asistentes de protocolo, 100 profesionales de seguridad… Así hasta más de 530 personas, que sumadas al equipo habitual de la Academia de Cine y a los más de 250 trabajadores de RTVE que se ocupan de la retransmisión, conforman los recursos humanos de los Goya. Todo un ejército del audiovisual que dista mucho de las pocas docenas de profesionales que lidiaron con la primera ceremonia.

La cara humana de los Goya

Para celebrar sus treinta años, la Academia de Cine, a través de Premios Goya 2016 AIE, quiere poner en valor el trabajo de los centenares de personas que no salen al escenario. Y si se trata de mostrar la cara oculta de los Goya, de poner en primer plano lo que, generalmente, queda fuera de foco, qué mejor manera que hacerlo que a través de una película documental. Hacer cine para hablar de cine (y/o audiovisual), donde los protagonistas serán todas aquellas personas cuyos nombres pasan a toda velocidad en los títulos de crédito.

Durante las dos semanas previas a la cita, un equipo de rodaje se coló en las trincheras de los Goya para dar cuenta de todo el esfuerzo que implica armar un evento de estas características. El resultado: cincuenta horas de material donde se refleja todo el engranaje humano que requiere una gala en directo de tres horas donde todo está milimetrado. Los ensayos, las reuniones de guión, la puesta en pie de la coreografía, la organización de los invitados… lo que nunca se ha visto de los Goya, o todo lo que siempre quiso saber de los Goya y nunca se atrevió a preguntar, verá la luz en este proyecto, a cargo de Paul Mateos Verdejo y Miguel Tejerina en el montaje y guion de Sonia Gómez.

Mucho más allá de un making of, el documental pondrá de manifiesto la dimensión descomunal que han adquirido los galardones, regresando al teatro Lope de Vega y reviviendo aquella gala inicial de la mano de algunos de los protagonistas de la primera gran fiesta del cine español. De una ceremonia de futuro incierto a una cita consolidada a punto de estrenar su cuarta década; de una gala editada y emitida en diferido a un macro evento en directo, con todos los peligros que eso conlleva.

Si ese grupo reducido de cineastas que se reunió en el O’Pazo no podía imaginarse, en palabras de Luis García Berlanga en el programa de mano de la primera gala, “la culminación que supone la celebración de los Primeros Premios Anuales 1987”, probablemente mucho menos podían sospechar en lo que se ha convertido su ‘criatura’: 550 periodistas acreditados, 60 equipos de televisión en la alfombra roja, 40 equipos en la sala de ganadores… Jamás se imaginarían cómo han cambiado los Premios Goya.