Dejarlo ir para pescar el Goya

Hace pocos meses y en declaraciones a un medio digital, el compositor de Getxo se hacía la sempiterna pregunta sobre el sentido de la música en las películas: “Resulta raro que suene en una ficción si en mi vida diaria no la escucho mientras sucede algo. Si bien no entiendo por qué la hay, sí que la vivo y la siento cuando existe y está en su sitio” Miguel Ángel Ordóñez y David Rodríguez Cerdán

A este licenciado en Historia que un día decidió que lo que le hacía feliz no era describir la realidad sino inventarse otra a partir de las notas de un pentagrama, el éxito cosechado por su intimista partitura para Un monstruo viene a verme, como valioso elemento narrativo a la hora de conducir una historia tan dura y amarga, habrá servido de apoyo para justificar la importante función de la música en el cine.

“La música, más que ningún otro arte, apela a lo irracional”

Ahora, con la estatuilla entre las manos, Fernando Velázquez recuerda las sensaciones vividas en la gala más especial de nuestro cine. “Fue una noche de celebración muy bonita por el reconocimiento de tus compañeros, que es lo más importante”. A toro pasado y aunque es de la opinión de que toda película supone un gran desafío, reconoce estar “muy contento de haber sabido llevar el trabajo a un término satisfactorio siendo tan comprometido contar historias como esta sin cargar las tintas, pero sin perder las oportunidades de llegar al corazón del espectador”.

Habitual en el cine de J. A. Bayona, plantearon en sus conversaciones iniciales la necesidad de encontrar el tema de la película que precisaba ser canalizado a través de la música. Esa idea central pasaba porque su joven protagonista ‘dejara ir’ a su madre, “de alguna manera la aceptación de las cosas como son y no como nos gustaría que fueran. Finalmente, lo que la música significa, en mi opinión, es el espíritu del monstruo, que visto desde una perspectiva psicológica viene a ser la experiencia acumulada y la corriente de amor y simpatía del género humano que le dice con cariño a Conor: será muy difícil, pero lo superarás y estaremos contigo”.

Para ello, Velázquez ha construido uno de los temas centrales más bellos de su carrera y aunque uno de sus fuertes sea, precisamente, la creación de melodías inolvidables, reconoce con humildad que los temas más importantes de una partitura cinematográfica “suelen llegar por decantación, sobre todo eliminando ideas.

Hacer melodías de pocas notas implica borrar muchas por el camino. La ‘memorabilidad’ es una cuestión no difícil de conseguir desde la técnica de la composición, pero en sí no significa gran cosa, no implica contar la película como ha de ser contada”, especifica respecto de la necesidad de que un motivo sea instantáneamente reconocible o no por el público.

Aunque a primera vista uno de los aspectos más atrayentes de Un monstruo viene a verme es su interés por ‘desidealizar’ o ‘desmitologizar’ los cuentos de hadas, reivindicando un vitalismo basado en los claroscuros que conforman nuestra existencia, para Velázquez ocurre precisamente lo contrario, en cuanto “las historias, y con ellas la música, representan la capacidad de los símbolos para llegar a un conocimiento que está por encima de lo racional. La presencia de esa corriente de amor, simpatía y compasión a través de las historias ocurre gracias a la idea, al mito y a la historia.

La música desde su ‘discreción’ sugestiona y condensa todo ese significado simbólico, ya que más que ninguna otra forma artística la música apela a lo irracional”.