El primer vuelo

A Jota no le importa de dónde viene una idea si funciona: eso es una parte muy importante del trabajo en equipo | Belén Atienza

© Miguel Córdoba

Jota ha contado muchas veces que el primer recuerdo de su vida es un plano de Superman volando. Tenía 4 años cuando su padre les llevó a su hermano y a él a verla al cine. Que la primera cosa que recuerdes de tu vida sea un plano de una película no es normal. Pero a los que conocemos mucho a Jota esto no nos extraña, porque para Jota el cine es su vida. La necesidad de contar historias, de comunicar emociones, se da en él de una forma tan orgánica que, cuando algo no va bien con la película, literalmente se pone enfermo. Y al revés, no puede reprimir las lágrimas de emoción cuando ese momento en el que lleva meses trabajando por fin está en la pantalla tal y como lo había imaginado. Su vida, su estado de ánimo, fluye con la película.

Como dice Guillermo del Toro, Jota Bayona es un director “puro”. Todo gira alrededor del plano, de cómo contar la historia con la cámara de forma que emocione realmente. Para Jota cada plano es tan importante, tan personal, que todo lo que contribuye a que ese objetivo se consiga es vital. El trabajo de los actores, la luz, el diseño de los decorados, el montaje, el sonido, la música, cualquier elemento que forme parte del plano, de esa parte del puzzle que compone la obra final, tiene que funcionar. Por eso nunca baja la guardia. No hay plano poco importante, todo debe estar al mismo nivel y no importa lo que haga falta para conseguirlo. Porque por encima de cualquier otra cosa, y durante el tiempo que tarda en completarse, solo importa una cosa: la película.

Claro que esto tiene algo de obsesión. Pero también es fascinante la forma en que esta “obsesión” repercute en cada uno de los procesos de producción de sus películas. Todos ellos, desde el trabajo de guión hasta el montaje, están cargados de tensión. Una tensión creativa que poco a poco va refinando la obra y donde el camino fácil no suele funcionar. El reto diario para estar a la altura y acompañarle en esa exploración es muy estimulante si estás interesado en lo creativo. Su alto nivel de exigencia consigue que cada uno de los miembros del equipo sienta la presión de estar siempre buscando algo mejor, porque siempre lo hay. Pero además hace que todo el mundo sea consciente de la importancia que su contribución tiene para la película. Porque a Jota no le importa de dónde venga una idea si funciona, y eso es una parte muy importante del trabajo en equipo. Una improvisación de un actor, una idea de montaje, un momento de luz, un silencio o una melodía que acompaña a un movimiento de cámara… pueden ser el camino para ayudar a contar la historia y, sobre todo, transmitir esa emoción que Jota está buscando.

Hablando recientemente con Jota del plano de Superman que tanto le marcó de pequeño, decía que en realidad no es tanto el plano lo que recuerda, sino la emoción que sintió al verlo. El plano lo ha vuelto a ver muchas veces después, pero es la emoción que ese plano le provocó lo que él sigue recordando. Y seguramente Jota decidió hacer películas para conseguir que el público se sienta como ese niño de 4 años que, con los ojos muy abiertos, ve volar a Superman por primera vez.

• Belén Atienza es productora de Un monstruo viene a verme y ha estado nominada al Goya por Lo imposible. También ha participado en títulos como El laberinto del fauno, Alatriste y El orfanato