Despojarse y transformarse
El director y guionista Manuel Martín Cuenca describe la fascinación que siente por el trabajo de Adelfa Calvo y Javier Gutiérrez, ganadores del Goya a la Mejor Actriz de Reparto y Mejor Actor Protagonista por El autor
Por encima de grandes actores o actrices, y no hay duda de que Adelfa Calvo y Javier Gutiérrez lo son, lo que me interesa son las personas. Un actor crece y sus personajes lo hacen con él. La persona inunda la búsqueda, el descubrimiento. La actriz y el personaje evolucionan juntos. Se es cada personaje porque se es persona viviendo en ese momento inconscientemente. Javier Gutiérrez, muy sabiamente, dice que cada uno trae su maleta a rodaje. Muchas maletas para hacer vivir a los personajes: las que traen los directores y guionistas, las que aportan los actores al encarnarlos. Dice Javier, también, que su maestro Ángel Gutiérrez le decía que un actor tiene que matar todos los días a sus seres queridos. Esa frase encierra la valentía para afrontar los sentimientos y vivirlos de una manera sincera, no melodramática, conservando el asombro y el abismo de la primera vez, que define a Javier como actor. Por eso, allá donde se encarna el personaje tiene que habitar la experiencia sincera dispuesta a desvelarse. Encarnar es ser uno mismo dentro de un personaje; una persona por encima de todo.
Por Manuel Martín Cuenca
Por eso, Adelfa y Javier me maravillan, ante todo, como personas por su experiencia y su valentía para afrontar, dejando a un lado eso que llamamos técnica y construcción, y para encarar lo que hay de cada uno de ellos en los personajes, desnudándose ante la cámara. En realidad, nunca se trata de construir personajes sino de despojar personas. De hecho lo que me interesa como director es sobre todo la capacidad de dos grandes actores como Adelfa y Javier para despojarse y encontrar el modelo interior que se encarna. No todos los actores y actrices están dispuestos a hacer ese viaje. Javier y Adelfa lo estuvieron y por eso me fascinó trabajar con ellos.
Siempre digo que los personajes no existen. Ni en la mente de la escritora o el director ni en el imaginario del actor. Definir el personaje no deja de ser un trabajo intelectualizado que remite a un cliché más o menos complejo. El verdadero personaje surge en el camino, en la confluencia entre sueño y encarnación, en el inconsciente. Se descubre el personaje que se ha hecho después de haberlo interpretado. Conocerlo de antemano es empobrecerlo. Y no porque el director o la directora sepan más que nadie y sean capaz de empujar a los actores a ese abismo sino porque nos hayamos ante un sincero descubrimiento por parte de todos los implicados. Conocer es reconocer.
Esta forma de trabajar es de cocer lento y exige un periodo de ensayos y acercamiento a la atmosfera y el lugar de la película centímetro a centímetro. La complicidad se cuida como cualquier cita en una historia de amor. Javier y Adelfa disfrutaron de cada momento y yo disfruté viéndoles a ellos transformarse, diluirse, encarnarse. Estoy seguro que ellos lo recuerdan igual que yo. Fue, simplemente, divertido y liberador.
Hacia el final de los ensayos Adelfa me dijo que iba a echarlos mucho de menos porque ahora venía lo serio: el rodaje. El juego se había acabado. Le prometí que el juego sólo acababa de empezar, que ni ella ni yo iríamos nunca al resultado y que seguiríamos buscando. Javier era consciente a esas alturas de que no importaba nada. Qué grandes unos actores que han perdido el miedo al fracaso, el miedo al ridículo, el miedo al miedo… qué grandes Javier y Adelfa en esta película y los demás compañeros que hacían el viaje con ellos.
Sería injusto hablar de Javier y Adelfa sin hacerlo de Antonio de la Torre y Rafa Téllez, de Adriana Paz, Tenoch Huerta o María León. Y de cada uno de los actores y actrices del reparto. Éramos una troupe. Un grupo de personas dispuestas a mirar y escuchar al otro, a dejarse llevar por el otro. Si hay algo hermoso en los actores es que sabes que nunca te defraudan. Son las personas más generosas con las que me he encontrado en la vida. Por eso los amo. Por eso amo a Javier y Adelfa… y a cada uno de los actores y actrices de El Autor.