Siempre me ha resultado difícil escribir sobre el trabajo de otros compañeros, ya que el montaje de una película casi siempre trasciende el propio oficio y acaba siendo una labor muy personal. Horas y horas tras el AVID ‘funden’ al montador con la película hasta el punto de que esta se lleva un trozo del alma del montador aunque, en recompensa, este atrapa la esencia de la película José Salcedo

Bernat Vilaplana y Jaume Martí. ©Miguel Córdoba

Más difícil aún me resulta cuando se trata de un trabajo tan brillante como el que han realizado Bernat Vilaplana y Jaume Martí, que les ha valido, con gran merecimiento, el Goya al Mejor Montaje.

Sin duda, Un monstruo viene a verme es una película compleja, con un montaje sumamente complicado. El montador se tiene que enfrentar a un doble reto: el material rodado, de un lado, ya de por sí complicado de montar, y de otro, el material para el truco digital. Un material, este último, que el montador no puede ver hasta que el truco no está terminado y que, por consiguiente, no le permite ‘sentir’ desde el primer momento cada plano. Y digo ‘sentir’ porque un montador ‘siente’ el plano, su esencia, su propia existencia y su duración. Un doble reto que Bernat y Jaume han sabido resolver a la perfección.

Con mis ojos de montador, viendo Un monstruo… he percibido cómo Bernat y Jaume han ‘sentido’ cada plano, y eso se refleja en el buen ritmo de la película y la excelente compensación entre lo rodado y los trucos digitales, consiguiendo una película mágica y, me permito decir, redonda y casi perfecta (y cuando digo casi perfecta es porque siempre hay que dejar la perfección para la siguiente).

No quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar a J. A. Bayona por hacer estas películas que no solo demuestran el buen estado de nuestro cine sino que, lo que es muy importante, nos hacen soñar. Y por supuesto a Bernat y a Jaume por haber realizado un montaje que, imperceptible, se queda en nuestras retinas.

*José Salcedo es montador y ha ganado tres Premios Goya: Mujeres al borde de un ataque de nervios (1989), Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1996) y Todo sobre mi madre (2000).